jueves, 4 de febrero de 2021


  En las obligadas andanzas por el  hermosísimo y revitalizador casco histórico habanero,  que sin importar los años transcurridos no pierde un ápice de su encanto legendario, mis pasos errantes me ponen cara a cara con la bronceada imagen del Legendario caballero de Paris y escucho en la trastienda de mi mente la voz de mi madre narrándome las historias del enigmático personaje que vio en su niñez, y casi puedo verla nuevamente mientras entona la alegre melodía de Barbarito Diez 

..Mira quien viene por ahí , el caballero de Paris ...🎶

Muchos cubanos vieron deambular esta mítica figura novelesca por las calles de la Habana, con porte marcial, ropas oscuras y una capa de caballero, cargando libros, periódicos y papeles, aferrado a con uñas y dientes a la cultura adquirida a lo largo de sus años, cuentan los que lo conocieron que jamás agredió ni ofendió a ningún alma y mucho menos pidió limosnas porque su nobleza de espíritu se lo impedía.

 Se ganaba el sustento fabricando diminutas artesanías que luego vendía por algunas monedas, en ocasiones regalaba pequeños lapicillos, que estampaba con alguna frase o palabra y entrelazaba  con bellos hilos de colores.

 Destacaba por su amabilidad, locuacidad y gran respeto hacia las personas, gustaba de abordar a los transeúntes para obsequiarles flores, estampillas de santos o  algunas de sus pequeñas cucharillas de postre, recitarles sus hermosos poemas o narrarles sus quijotescas andanzas.  

El nombre que le fue dado por sus progenitores fue José María Lledín, nacido en Fonsagrada, España, fue el único de sus once hermanos que aprendió a leer y a escribir, dedicó muchísimas horas a completar el cultivo de su mente aunque dicen que no pudo terminar el bachillerato pero permaneció en él la avidez por la lectura y la buena música. Viajó a La Habana en busca de mejor suerte y estando en su sano juicio trabajó arduamente en lugares tan prestigiosos como el Hotel Sevilla y el Telégrafo.

El misterio enturbia la causa certera de su locura, aunque casi todos los relatos coinciden en que perdió

su juicio luego de sufrir un injusto encarcelamiento en el castillo del Príncipe de La Habana, por un crimen del que fue falsamente inculpado, las hipótesis varían especulando sobre acusaciones de robo o asesinato pero todas concuerdan en que era totalmente inocente, lo cierto es que a su salida del encierro ya no era José María Lledín sino el Caballero de Paris.

 Se le vio deambulando por Infanta y San Lázaro , 23 y 12 , la iglesia de Paula, el Paseo del Prado o el Parque Central casi hasta sus 90 años, cuando fue necesario internarlo en el Hospital Psiquiátrico de Mazorra debido a su delicado estado mental.

 Su último acompañante fue el psiquiatra Luis Calzadilla Fierro, a quien bautizó como su fiel mosquetero. En 1985 se despedía de este mundo, en un arranque de lucidez, el caballero andante de las calles cubanas, cuenta su fiel compañero y doctor que en el día de su deceso compartió con  Lledín este curioso diálogo a forma de despedida:

-Lo encuentro tranquilo, sereno, como alguien que al fin ha logrado la paz consigo mismo. Buenas tardes, Caballero.

-Buenas tardes, Calzadilla. Te esperaba y por favor no me llames más Caballero- contesta al saludo, en voz muy baja, casi inaudible(...)

-¿Por qué no quiere que le llame Caballero?- preguntó curioso

- Ya no soy el caballero de París. Estos no son tiempos de aristócratas ni de caballeros andantes.

- ¿Ya no soy tampoco, su fiel mosquetero?- cuestionó el doctor

-No, Calzadilla desde hace años eres mi fiel psiquiatra.

Estas confesiones y otras muchas peculiaridades del enigmático personaje fueron recogidas por Calzadilla en su conmovedor y extraordinario libro '' Yo soy el caballero de Paris,'' donde una emotiva dedicatoria se lee: ''A la memoria del loco más cuerdo que haya conocido jamás(...) de su psiquiatra y fiel mosquetero. ''

Tiempo después por iniciativa del Historiador de la Ciudad Eusebio Leal fue colocada una figura

escultórica en la acera de la Basílica Menor de San Francisco de Asís, la estatua de bronce rememora en tamaño real al extravagante hidalgo de barba tupida y cabello desaliñado y muy cerca de ella en una cripta en el interior de la Basílica descansan sus restos mortales, luego de ser trasladados desde el cementerio de Santiago de las Vegas por un grupo de amigos y admiradores.

El caballero no nació en París, era gallego y el apodo afrancesado con el que se hizo célebre nada tenía que ver con su pedigrí sino con su elegancia y bellas maneras, que lo convirtieron en un juglar enigmático de las calles habaneras e hijo adoptivo de nuestra ciudad que lo atesora como una de sus más grandes leyendas.




- Caballero que quisiera dejar en el recuerdo de sus amigos?

-Mi historia nada más

Dichosa edad y el sigilo dichoso aquel donde saldrán a la luz las famosas hazañas mías dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas para memoria en lo futuro. ¡Oh, tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser cronista de esta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de...  

 Miguel de cervantes Saavedra

El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha






3 comentarios

Tuve el privilegio de verlo en un buen número de ocasiones , en 23 y 12 y en San Rafael cerca del Cinecito y en dirección a Prado.Es de agradecer la crónica acertada de uno de los personajes habaneros más populares del SXX , y que conste que fue así en una Habana donde hubo unos cuantos personajes pintorescos.

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Un increible trabajo como siempre... me recuerda mucho a un ser querido mio... nada... gracias por otra entrega tan bien lograda

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Exelente articulo lo conoci de niña lo vi en varias ocaciones amable y es cierto que tenia una cierta clase en su andar

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