martes, 2 de marzo de 2021

  En una solemne colina, frente al Malecón habanero, que lo arrulla con sus olas, acariciándolo suavemente con su aliento marino, se alza imponente el Hotel Nacional de Cuba, como castillo encantado, calificativo que le obsequiara en una ocasión el ilustre Alejo Carpentier y que describe a la perfección la vista que se ofrece en noches oscuras cuando alzas tu mirada hacia la edificación iluminada sobre la colina caprichosa, que evoca en la memoria los castillos antiguos habitados por vampiros y azotados por rayos en noches tormentosas, en la Europa medieval. Pero no son vampiros los que habitan entre las paredes del enigmático hotel cubano, inaugurado en 1930 y declarado Monumento Nacional en 1998, son los recuerdos de las incontables personalidades que vagaron por sus pasillos y los residuos de la mafia que lo inundó, supurándole por cada grieta.


 Construido sobre una elevación rodeada por leyendas antiquísimas que relatan continuos desembarcos piratas en el sitio y susurran secretos sobre cavernas interiores que servían de refugio para los pobladores originales. Su construcción tardó solo 14 meses y finalizó el 30 de diciembre de 1930, incluyendo en su magnífica fisonomía dos torres en representación de piezas de ajedrez, como homenaje al insigne ajedrecista cubano José Raúl Capablanca. 

 A solo 3 años de su apertura, el 2 de octubre de 1933,durante una encarnizada revuelta civil, fue atacado

por 4000 soldados armados hasta los dientes con Springfields, ametralladoras, tanques, cañones y el fiero apoyo naval del buque escuela ¨Patria¨ y el crucero ¨Cuba¨, dentro del hotel, devenido en fuerte, se hallaban 400 oficiales que habían sido relevados de su cargo, solo con sus armas reglamentarias y un mínimo de municiones. El combate se extendió por 11 horas, terminando con la rendición de los sitiados, el edificio llevaba heridas de balas y metralla en sus cuatro costados y decenas de muertos y heridos yacían en sus salones y jardines, cubriéndolos de sangre.

 Sin embargo ninguno de estos hechos impidió que se convirtiera en un destino de excelencia para millonarios, estrellas del mundo del espectáculo, reyes y príncipes, que gustosos se regodeaban en sus lujosos salones.  

Incluso se convirtió en una instalación increíblemente atractiva para la mafia italo- estadounidense, que en 1946, alquiló la totalidad de la edificación, para celebrar una importantísima reunión, en la que estuvieron presentes representantes de todas las familias y territorios, entre los que se encontraban Albert Anastasia, Santo Trafficante Jr. , Vito Genovesse, Joseph Bonano, Meyer Lansky y Lucky Luciano.

 El afamado director de cine Francis Ford Coppola recreó la contradictoria ¨cumbre¨, en un hotel en

República Dominicana para la segunda parte de su trilogía ¨El Padrino¨, inmortalizando así la histórica ¨Reunión de La Habana¨. 

 En 1956 se transformó, el originalmente llamado Salón Vedado, en el casino del hotel, conformado por ruletas, máquinas tragamonedas, juegos de bingo, bacará y dados, administrado nada más y nada menos que por Jake Lansky, hermano del notorio Meyer Lansky , arraigando así las conexiones de la mafia con la ciudad y convirtiéndola en la capital del juego.

Una lista interminable de personalidades nacionales y foráneas han pernoctado o deambulado por los salones del hotel, clasificado desde su fundación como el más importante del Caribe, que para más atractivo a sus rasgos, ya peculiares, posee un sistema de túneles y trincheras construidas en octubre de 1962 para la defensa de la Habana  y que destaca hasta nuestros días por su opulencia, complementada con muebles de estilo inglés, obras de arte de autores cubanos, finísimas porcelanas francesas y antiguos relojes que junto a sus pisos de mármol, fachadas de piedras jaimanitas y lámparas art-noveau hacen del espacio casi centenario un canto a la suntuosidad de aquellos años.


1 comentarios:

Sigue siendo uno de los mejores y mas afamados hoteles de categoría de la ciudad.
Bonito escrito con gancho de interés general y turístico.

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