De acuerdo al mito griego, Pandora fue la primera mujer, como Eva en la teología judeocristiana. Pero,

más que la primera fémina, fue un instrumento de la ira de Zeus, que buscaba vengarse de la humanidad. El Dios supremo, agraviado por la ofensa de Prometeo, juró venganza y clamó: 

..." Hijo de Jápeto( Prometeo), sobre todos hábil en tus tramas, te alegras de haberme robado el fuego y engañado mi mente — una gran pena para ti mismo y para los hombres que vendrán.  A ellos daré a cambio un mal con el que todos se complacerán, abrazando su propio mal. 

(Los Trabajos y los Días 54-59)


Dolido y mortificado Zeus ungió su plan, la hermosa Pandora. Su nombre significa "dones" y "todos", lo que hace alusión a sus virtudes. Zeus ordenó a Hefesto su creación y cada Dios le otorgó un regalo. Así se hizo la más bella de las criaturas. Atenea le enseñó las más finas artesanías y la vistió de mantos plateados, Afrodita le dio su gracia y habilidad para provocar ardientes deseos, pero fue Hermes quien determinó sus rasgos principales, pues le regaló "canina mentalidad y deshonesto carácter" y en su pecho "puso mentiras y fraudulentas palabras".

 Las Gracias la adornaron con elegante joyería y Hefesto la coronó con una tiara dorada. Antes de partir se le otorgó un jarro para llevar a la tierra, con estrictas instrucciones de no abrirlo bajo ninguna circunstancia. Hermes la llevó la acompañó en su camino, poniéndola en brazos de Epimeteo, hermano del famoso titán que había agraviado a Zeus.

Prometeo, sabiamente, había advertido a su hermano que no aceptase regalo alguno de los Dioses, pero ante la belleza de Pandora, Epimeteo quedó anonadado y olvidó cada advertencia. Pronto se casaron y de ellos nació una niña, a la que nombraron Pirra. 


Un día, el destino alcanzó a Pandora, quien ignorando las instrucciones de los Dioses, abrió la jarra maldita. Al levantar la tapa liberó todos los males al mundo, entre ellos las enfermedades, los vicios, la fatiga y la necesidad de trabajar para sustentarse. 

Asustada, y consciente del daño que había causado, Pandora cerró la jarra, pero era demasiado tarde. En su interior solo permanecía atrapada la esperanza, como manera de que la humanidad pudiese soportar su súbito y eterno infortunio. 

Los hombres conocieron entonces todos los males, que han vivido con nosotros hasta nuestros días, pero también aprendieron lo que era la esperanza y la atesoraron, en una longeva frase que nos arropa en los momentos más difíciles, cuando el mal parece dominarlo todo:

"La esperanza es lo último que se pierde."