Lucifer, nombre que significa portador de la luz, definido por el diccionario de la Lengua Española como forma poética de llamar a un lucero, representa al ángel caído en la tradición cristiana, se cuenta era el ángel más hermoso de toda la creación, ejemplo de belleza e inteligencia, a quien la soberbia le hizo rebelarse contra dios, perdiendo así su posición en el cielo, siendo expulsado al infierno para convertirse en Satanás.

 Existen varias estatuas y obras pictóricas que ilustran al ángel caído y una de las más emblemáticas está en la capital cubana, oculta en el corazón del Capitolio habanero.


 La estatua del Ángel Rebelde es una escultura fundida en bronce y emplazada sobre un pedestal de mármol frente al Salón Simón Bolívar, en uno de los jardines interiores en el ala norte del Capitolio Nacional.

 La escultura es una representación en tamaño humano de Lucifer, también se le conoce como El Ángel caído aunque salta a la vista que no evidencia el momento de la caída sino que nos ofrece un vistazo al instante de su levantamiento contra Dios.

 Esculpida por el artista italiano Salvatore Buemi, en alegoría a la insumisión y la autonomía, nos muestra al ángel rebelado con el brazo derecho extendido hacia el cielo y el puño cerrado, en señal desafiante al creador, la otra mano al pecho en postura altanera, reclamando para sí el trono celestial, la obra fue obsequiada en 1910 a Orestes Ferrara, político cubano que en ese entonces se encontraba al frente de la Cámara de Representantes y es única en el mundo debido a que lejos de mostrar señales de humillación o derrota el ángel cubano se yergue en actitud rebelde.   

 


La pieza fue donada al Capitolio por el propio Ferrara y emplazada en su actual localización en 1931, dos años después de la inauguración del recinto.