Uno de los pueblos más antiguos de la historia humana, y a su vez, uno de los más discriminados, asediados y empujados a abandonar sus tierras y vagar nómadamente por el mundo fueron los hebreos, establecidos desde 616 a.C. y conocidos también como pueblo judío.

 Según las escrituras de la Biblia y la Torá los hebreos constituyen el grupo monoteísta

inicial, descendientes directos de los patriarcas posdiluvianos Abraham, Isaac y Jacob, originarios de Mesopotamia, vivían en tiendas, poseían rebaños de cabras y ovejas, siguiendo a Abraham  emigraron hacia Canaán, la tierra prometida por Dios a los descendientes de dicho patriarca  con quien,  de acuerdo a las antiguas escrituras el Todo Poderoso establece su Alianza conocida como Convenio Abrahámico:

 ¨Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra¨.- Génesis 12:1-3

 Aquellos que llegaron con Abraham a Canaán se establecieron allí por algún tiempo hasta que decidieron cruzar hacia Egipto, donde permanecieron 400 años, hasta que el Faraón, molesto por las diferencias de costumbres y religiones los esclavizó, Moisés escapó y guió a sus seguidores de regreso a la tierra prometida.

Finalizada la sangrienta ocupación de dicho territorio y luego de estar establecidos completamente, por allá por el 992 a.n.e como resultado de luchas internas los hebreos se dividieron, formando los reinos de Israel en el norte y Judá en el Sur, más tarde los asirios destruyeron Israel y los babilonios se apropiaron de Judá, dispersando al pueblo judío y llevándolos prisioneros a Babilonia, como resultado de varias ocupaciones y ataques los judíos dejaron prácticamente de existir en su tierra desde el siglo I al XX.

Nuestra isla caribeña devino una territorio de promisión en la diáspora judía, aunque al principio fue solo vista como un punto de tránsito hacia tierras mejores, su presencia en Cuba se remonta hasta el propio descubrimiento.

Aunque por interdicto de los colonos, los judíos tenían prohibida la entrada al Nuevo Mundo se sabe que desde 1492  se inició la prolongada y mayormente encubierta presencia hebrea en nuestro país, alrededor de 160 judíos ocultando su origen o conversos al cristianismo navegaron en las naves colombinas con rumbo a un nuevo horizonte que los alejara de la pira inquisitorial y las persecuciones a las que habían sometidos a lo largo de los siglos.

 Fue un judío quien con alivio divisó la tierra, que más tarde Colón se arrodillara a besar, proclamándola ¨la más hermosa que ojos humanos han visto¨, fue la voz desesperada de un judío gritando su hallazgo la que aplacó la ira de la tripulación a punto de amotinarse, su nombre era Martín Alonso Pinzón, también su coterráneo Rodrigo de Jerez venía como vigía de La Pinta.

Uno de los primeros en pisar tierra cubana el 2 de noviembre de 1492 fue el judío español Luis de Torres, políglota consumado que venía en las calaveras como interprete de la expedición, convirtiéndose posteriormente en el primer terrateniente judío en Cuba, es considerado el introductor de la hoja de tabaco en Europa y primer publicista del tabaco cubano.

 

La Giraldilla

También fue una judía conversa la primera mujer gobernadora de Cuba, Isabel de Bobadilla, quien asumió el cargo cuando su esposo el Capitán General Hernando Soto partió a colonizar la Península de la Florida, cuenta la leyenda que Isabel subía cada día a lo más alto de castillo, tratando de avistar algún navío que le trajese noticias de su amado, nunca más lo vio, fue consumida por la tristeza, y en ella se inspiró Jerónimo Martín para esculpir la Giraldilla, que corona la torre del Castillo de la Real Fuerza y es símbolo por excelencia de la Ciudad de la Habana.

 Se pueden establecer diferentes períodos de entrada de inmigrantes hebreos a las isla, comenzado la primera oleada en 1492 con el descubrimiento y seguida luego de cuatro oleadas más entre finales de 1898 y las cuatro primeras décadas del siglo XX, la mayoría se concentraron en la capital, concretamente en la Habana Vieja, fundando allí el primer asentamiento, a pesar del desconocimiento popular sería imposible explicar plenamente la trayectoria económica y cultural de nuestra nación si no se toma en cuenta el papel desempeñado por los judíos durante el desarrollo de nuestra sociedad, fueron ellos quienes introdujeron la industria del diamante, nos presentaron la industria textil y el cuero, así como el sistema de crédito y comercio.

 Incluso su participación en nuestras gestas por la independencia fue imprescindible, su valor y solidaridad con el sentir cubano fue encarnado en hombres como Luis Schessinger, el Capitán Kaminsky, el Mayor Schaw, fiel ayudante del General Calixto García, el General Carlos Roloff y muchísimos más, durante el gobierno de Machado también se rebelaron frente a las injusticias muchísimos hermanos judíos, que pagaron con su vida por alzarse contra la tiranía, en 1932 el dictador  decretó la supresión de todas las actividades culturales o religiosas de naturaleza judía, y en consecuencia fueron perseguidos, asesinados y sus cadáveres lanzados al mar en absurda represión.

 

Árbol de la vida Parque Lenin

No menos destacable fue el aporte cultural otorgado por la comunidad hebrea, una extensa lista de personalidades judías ennoblecieron las artes, letras y ciencias cubanas a lo largo de la historia Erich Kleiber, sobresaliente músico, quien dirigió y situó con su talento a la Orquesta Filarmónica en un alto rango internacional, Sandú Darién, pintor y escultor, cuyo árbol de la vida engalana el conocidísimo Parque Lenin, Boris Jaskovitz, destacado astrónomo, Director de Astronomía del Observatorio Nacional, Heinrich, Friedlaender, economista, autor de la primera Historia Económica de Cuba, Abraham Marcus Matterín, primer director de la Biblioteca del Patronato Hebreo y destacado promotor cultural son solo algunos ejemplos de los incontables pintores, caricaturistas , músicos, profesores, científicos, técnicos y empresarios judíos que nutrieron y cultivaron nuestro país y sociedad. 

 Luego de la Segunda Guerra Mundial, y con el doloroso conocimiento de los horrores a los que fue sometido el pueblo hebreo durante el holocausto a manos de los monstruosos asesinos nazis que segaron la vida de más de 6 millones de personas el respeto y la estima por esta pequeña comunidad se elevó gradualmente entre los cubanos, quienes nunca los habían discriminado.

Poco a poco la parte más antigua de la ciudad se convirtió en el principal escenario de la comunidad hebrea, en las calles Acosta, Cuba, Merced, Luz, San Ignacio y Muralla establecieron la mayoría de los comercios y viviendas, también fue la Habana Vieja el centro de la fundación de sus colegios, sociedades religiosas, culturales, de salud y ayuda mutua, tomando así esta parte de la ciudad el nombre de Barrio Judío.

A partir de 1959, con la aplicación de las primeras leyes revolucionarias, muchos judíos decidieron dejar la isla, así de 15 mil judíos el número decreció a 2500, a pesar de que la comunidad se redujo drásticamente es válido señalar que nunca fue la discriminación el motivo, simplemente la nacionalización de escuelas y pequeños negocios fueron la razón del éxodo de un pueblo que fue adoptado por nuestra tierra y nos ayudó a crecer como sociedad.  

 Muchas instituciones judías han dejado su huella en la ciudad y la memoria de sus habitantes como son
la Sinagoga Shevit Ajim situada en Inquisidor entre Luz y Santa Clara, la Sociedad Hebrea Adath Israel, el restaurante Moishe Pipik, la Panadería Flor de Berlín, la Carnicería Kosher, el Hotel Raquel hermoso inmueble ecléctico de fachada barroca emplazado en la calle Amargura entre San Ignacio y Cuba y el Cementerio Judío de Guanabacoa.

Entrada del Cementerio Judío



 Ecos de un pueblo forjado en el sufrimiento y la represión con una cultura antiquísima llena de valores y riquezas culturales incalculables que encontraron en Cuba un hogar, ayudaron a forjar nuestra identidad cultural y social desde el mismo momento del descubrimiento y a pesar de su gran relevancia en nuestra historia pasan desapercibidos a ojos de muchos.