jueves, 9 de septiembre de 2021

 Cuenta la leyenda que en el año 1230 existía un monje al que llamaban Inclusus Hermanus Monachus (Herman el Recluso), quien se hallaba confinado en una celda, aguardando la terrible sentencia que lo condenaba a morir emparedado vivo por quebrantar uno de sus votos.

 Buscando escapar de su horrible destino Herman propone al abad algo imposible: para honrar al monasterio y salvar su vida promete escribir el códice más grande de su época, en el que incluiría todos los pasajes de la Biblia, toda la sabiduría humana y lo haría en tan solo una noche.

Pero la titánica tarea lo supera y con el amanecer inminente invoca a Satanás, rogándole que guíe su mano y salve su vida. El ángel caído acepta y a cambio reclama su alma y exige que aparezca su imagen en una de las páginas.

Con los primeros rayos del sol el abad entra en la celda esperando encontrar al monje desecho ante su promesa incompleta y para su sorpresa halla el gigantesco códice terminado tal y como había prometido Herman.

 


Sus hojas estaban hechas de piel de animales y en su interior podía leerse desde una versión vulgata de la Biblia hasta las obras del historiador judío Flavio Josefo, las etimologías del arzobispo San Isidoro, una recopilación de remedios medicinales, encantamientos mágicos, una lista necrológica y la gigantesca representación del diablo en la página 290.

 Si bien su origen se narra como leyenda la existencia del códice no lo es, puesto que existe, mide 92 cm de alto, 50,5 de ancho, 22 de grosor y pesa 74,8 kilos. Es el manuscrito medieval más grande conocido y se conserva en la Biblioteca Nacional de Suecia.

 Gracias a las listas necrológicas que contiene los expertos determinan que fue redactado entre los años 1204 y 1230. Debido a análisis caligráficos y de pigmentos se conoce que fue escrito por una sola persona, empleando únicamente un tipo de tinta elaborado con insectos machacados, una tarea heroica que debió tomarle a una sola persona alrededor de 30 años.

 Hasta 1295 el manuscrito estuvo al cuidado del monasterio benedictino de Pedlazice, que debido a devastadores problemas económicos se vio forzado a venderlo a un monasterio cisterciense de Sedec, pasando más tarde al monasterio de Bromov. En 1594, obsesionado con el manuscrito, el emperador del sacro imperio romano Rodolfo de Habsburgo lo "tomó prestado" para añadirlo a su colección de curiosidades.

 El emperador loco:

 Rodolfo II fue un hombre de gustos extravagantes, en cuya corte abundaban magos, alquimistas y profetas autoproclamados. Su colección de curiosidades y rarezas contenía el supuesto cuerno de un unicornio, animales mutantes disecados, el esqueleto de un gigante y su pieza estrella "La biblia del Diablo".

 Abstraído en sus delirios, el emperador fue declarado loco por su propia familia y abdicó en 1611. Fue entonces cuando el códice pasó a manos de Cristina de Suecia, quien años más tarde se convirtió al catolicismo, abdicó su trono y se instaló en Roma, llevando consigo todos sus santos libros, todos excepto el códice que permaneció en Suecia, quizás por temor de la reina a la maldición que lo rodeaba.

 En 1655 el libro casi perece en las voraces llamas de un incendio que azotó al castillo, pero fue salvado de la destrucción justo a tiempo por un monje que lo arrojó por la ventana. Hoy en día el códice se conserva en Suecia y forma parte de la colección " Tesoros de la Biblioteca Nacional". Ha sido restaurado y digitalizado, permitiendo al mundo entero la posibilidad de sumergirse en sus páginas bajo la propia discreción de ser expuestos a la ancestral maldición que lo rodea.👇👇

Si te atreves puedes darle un vistazo aquí 

 

 

1 comentarios:

Fantástico. No sabía de la existencia de tan monumental y antigua obra .

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