Diana Vaughan y Léo Taxil vs. la Masonería y la Iglesia Católica
En la Francia del siglo XIX existió un periodista extremadamente atípico. Su nombre era Gabriel Jogand-Pagés, pero para el mundo fue mas conocido como "Léo Taxil" y perpetró uno de los engaños más elaborados, extensos y un poco satíricos de la historia; durante el que difamó a la Orden de los Masones y ridiculizó a la Iglesia católica.
En 1892, en París se publicó un libro titulado Le Diable du Xixe Siécle, y al pie de sus páginas se leía el nombre de "Dr. Bataille". El libro se atribuyó primeramente a varios autores, hasta que cinco años más tarde el propio Jogand reveló su autoría. Desde 1885 el libro se estuvo gestando, en la cabeza de su autor, alimentándose de un pequeño periódico anticlerical que Jogand editaba y dónde comenzó a publicar esposé de la Francmasonería, describiendo logias en las que se practicaban ritos derivados de la herejía maniquea.
En el libro que firmó como el " Dr. Bataille", Jogand presentó a una alta sacerdotisa de los masones satánicos, su nombre era Diana Vaughan , quien decía que ser descendiente del alquimista del siglo XVII Thomas Vaughan y haber sido elegida como gran sacerdotisa de Lucifer para derrocar de una vez y por todas al cristianismo, entregando finalmente el mundo a satán. Supuestamente Diana encabezaba un culto femenino de la masonería, llamado Palladismo y confesaba sus secretos a Jogand desde el Palladium, una especie de convento donde se hallaba recluida.
En publicaciones posteriores Jogand anunció un giro inesperado y asombroso en la vida de la oscura Diana Vaughan: - la suma sacerdotisa de satán había decidido convertirse a la verdadera fe católica romana - y sobre este tema escribió en su siguiente libro Memories d´une Ex-Palladist. El nuevo libro atrajo enormemente el interés del público, tanto así que incluso el Papa León XII respondió luego de su lectura con una bendición papal. En consecuencia fue recibido por el Santo Padre en una audiencia privada, donde este le expresó sus rotundas aprobaciones sobre sus escritos antimasónicos, y en 1887 convocó un congreso antimasónico en Trento, célebre por su concilio del siglo XVI.
La presión para que la propia Diana Vaughan fuera sacada del convento sin nombre donde Jogand afirmaba que residía era tan abrumadora en este punto que finalmente se anunció que aparecería el lunes de Pascua de 1897 y ofrecería una conferencia de prensa en París.
Sin embargo el día tan esperado apareció el propio Jogand y calmadamente anunció que había inventado toda la conspiración desde un inicio. Afirmó que las confesiones de Diana eran de su propia invención , pero que ella si existía, era nada más y nada menos que su secretaria, a quien el sentido del humor, había alentado a participar en la gigantesca broma. Luego de una pausa apacible, Jogand salió calmadamente del salón por una puerta lateral y se deleitó con un coñac en un café cercano, mientras tras de sí estallaba una revuelta en la sala de conferencias.
El engaño fue tan extraordinario y escaló tan rápido a los círculos más altos de la Iglesia que aún lo
rodea la confusión y los motivos de Jogand quedan en el misterio. Algunas teorías hablan de que fue ideado como una forma de venganza contra los masones, que lo habían expulsado de sus filas y otras afirman que fue alentado por su neurosis personal, ya que provenía de un hogar profundamente religioso, al cual se relevó desde muy joven.Todo lo que rodeaba a esta falacia fue tan cuidadosamente elaborado y resultó tan atrayente para tanta gente que luego resultaron engañados, incluso eclesiásticos exaltados. Aún se desconoce la razón verdadera de Jogand, si fue un ataque doble hacia la masonería y el catolicismo por igual, una burla audaz para ambas o una muy elaborada venganza en contra de los masones, que le habían expulsado y que le luego dio un giro inesperado permitiéndole asestar un golpe a la iglesia y sus conceptos en los que se basaba la autoridad de su propio padre y que el mismo, un consagrado librepensador repudiaba.
1 comentarios:
Todo un antecesor de Dan Brown y comparsa .
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