Con un enigmático rostro que parece interpretar las intenciones del espectador, perplejo ante su belleza, la inconfundible Gitana Tropical, se alza como una de las obras pictóricas más representativas del arte cubano. Caracterizada por la sensualidad implícita en sus labios carnosos y sus ojos rasgados, no es el retrato de una fémina específica, que robase la atención del artista, sino que constituye la exaltación del ideal de belleza salvaje, imperante en los pueblos de América, una mezcla de mulata cubana con india originaria, en las propias palabras del autor:

¨ Es una mestiza, una mulata, pero le puse los ojos rasgados de india del Perú, de México..¨

Víctor Manuel García Valdés, fue el precursor del arte moderno en Cuba y el redescubridor de la identidad pictórica cubana, pintar consumía todo su tiempo y energía, era todo lo que le importaba. Nacido en La Habana, en 1897, desde temprana edad frecuentó las aulas de San Alejandro, debido al desempeño de su padre como empleado de la prestigiosa academia, recreó en su obra una y otra vez, exóticas mujeres de piel canela, con miradas que emanan nostalgia y paisajes de los alrededores habaneros.

  La Gitana Tropical, retrato femenino pintado al òleo con colores vivaces y luminosos, nace del pincel del brillante artista en París en 1929 , constituye el primer clásico del modernismo pictórico cubano, el símbolo central de la poética victormanuelina y  el umbral que abrió paso a jóvenes artistas como Carlos Enriquez, Fidelio Ponce y Eduardo Abela, integrantes entre otros, de la ¨primera vanguardia pictórica cubana ¨

 Es una pequeña pintura de 46 x 38 cm pintada sobre madera que a xx años de su nacimiento aún asombra y cautiva al observador evocando a la famosísima Gioconda europea, sus

similitudes con la obra de Da Vinci son claras, la posición de la figura humana y su relación con el paisaje de fondo, incluso la manera en que sus brazos fueron expuestos la asemejan con la mítica creación del genio italiano y la hacen merecedora de ser clasificada como la Gioconda americana.

 Posiblemente es la imagen más reproducida del arte cubano, llevada en llaveros, afiches, cortinas, abanicos y hasta porcelanas se hace presente en los hogares de numerosas familias de la isla. La hermosísima pieza acoge al visitante en su perpetuo y privilegiado lugar en la sala dedicada a la creación moderna en el Museo Nacional de Bellas Artes, específicamente en el edificio de Arte cubano, donde se puede deleitar la vista con su exuberante belleza atemporal.