Cuando se habla de la poesía bucólica en Cuba, es obligada, casi involuntaria, la alusión a la figura de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, o como es históricamente conocido, ¨ El cucalambé¨
Nacido en Las Tunas el 1ro de julio de 1829 dedicó su pluma a la poesía popular y al cuento costumbrista, rindiendo homenaje a la vida rural en incontables décimas, también escribió sonetos, letrillas, epigramas, romances y hasta una obra de teatro en verso. A su invaluable legado cultural se le rinde tributo en la isla, en uno de los eventos anuales más importantes de la cultura cubana, ¨La Jornada Cucalambeana¨.
Pero no solo el reconocimiento artístico rodea la figura del Cucalambé, el misterio se cierne, como niebla espesa e implacable, alrededor de su repentina e inexplicable desaparición a los 32 años de edad.
La historia narra que Nápoles Fajardo se mudó con su familia a la ciudad de Santiago de Cuba en la década de 1850 allí , debido al gran reconocimiento del que gozaba en la zona consiguió rápidamente trabajo como colaborador de un periódico y seguidamente el gobernador le ofreció un cargo como pagador de obras públicas, el que desempeñó hasta su desaparición y sobre el cual se ciernen las supuestas razones de la misma.
Algunos autores especulan que fue asesinado por cubanos independentistas, quienes consideraron una traición su desempeño como funcionario público, otras señalan el suicidio por la vergüenza provocada por el mismo cargo como una posibilidad, pero el hecho de que destacados patriotas como Carlos Manuel de Céspedes y Pedro Figueredo hayan desempeñado también cargos públicos, sin que ello significara menoscabo alguno para su identidad hace tambalear las hipótesis anteriores y abre paso a nuevas conjeturas diametralmente opuestas.
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo

 La primera señala que el poeta fue ¨hecho desaparecer por influyentes personalidades implicadas en un significativo robo al erario público, mientras que la segunda apunta al Cucalambé como autor del hurto y afirma que huyó del país con la suma apropiada.
 No existe respuesta concluyente a la incógnita de su desaparición, nunca se hallaron sus restos mortales y se ignora si fue culpable o no del delito que se le imputa, o si sencillamente se convirtió en el chivo expiatorio de los verdaderos perpetradores del robo al fondo público, lo único certero e irrefutable es que su figura existirá en la perpetuidad, porque contribuyó enormemente con su arte a forjar nuestra patria e identidad.