Siempre es embriagador mirar a las estrellas perderse en su brillo, admirar su lejana belleza y buscar en ellas las formas de las constelaciones y teorizar sobre las historias que ocultan. Historias creadas por nuestros propios antepasados muchas lunas atrás.

 Calisto y la Osa Mayor:


 Cuentan que Calisto, hija del rey de Arcadia, era una princesa de belleza impresionante, tales eran sus dotes que encantaba tanto a hombres como dioses por igual, lo que atrajo la atención del mismísimo Zeus, quién fascinado la convirtió en su amante y de sus amores nació un pequeño llamado Arcas.

 Hera, colérica ante la nueva infidelidad de Zeus desata su irá sobre Calisto,lanzando sobre ella una horrenda maldición. De su piel emergieron gruesos vellos y de sus manos garras afiladas. La princesa horrorizada intentó gritar por ayuda pero sólo un rugido espeluznante escapó de sus labios.

 Transformada en una gigantesca osa no tuvo otro destino que vagar por el bosque rezándole a Zeus por misericordia, pero el Dios supremo temeroso de la ira de su esposa ignoraba cada una de sus súplicas.

 Calisto deambulaba por el bosque cerca de su hogar, viendo como crecía su pequeño hasta que un día mucho tiempo después mientras vagaba entre la maleza,se encontró con un cazador y al mirar a su rostro descubrió la faz de su hijo amado. Emocionada intentó abrazarlo, olvidando su forma animal y Arcas, asustado,pensando que se trataba de un ataque atravesó a su madre con su lanza.

 Cuentan que tal tragedia conmovió a Zeus que convirtió a madre e hijo en constelaciones la Osa mayor y la menor respectivamente. Pero el orgullo de Hera no podía permitir que su rival y su bastardo estuvieran plácidamente plasmados en el cielo.Por lo que convenció a Poseidón para que no permitiera nunca que estás constelaciones se reflejaran en el mar.