Con el pegajoso rastro del helado que corria por sus manitas, terminando en una gota que se estrellaba irremediablemente contra el suelo, mientras sus pies, que no alcanzaban al piso, se mecían en la silla sus ojos vivaces devoraban el firmamento con la avidez e ilusión que solo los ojos de un niño poseen.

 


De repente hicieron blanco en la luna y el helado que antes sostenía cayó al suelo, carente ya de importancia ante el cautivador circulo plateado. El padre advirtió el asombro y la fascinación de la pequeña y le susurró al oído :

-Esa es la Luna-

- Es tan hermosa, pero papá porque tiene una mancha ?-

 - Es una leyenda muy antigua, calabacita- dijo alzando a la pequeña en brazos.

 - Cuentan que una tarde de verano un Dios Azteca llamado Quetzalcoatl decidió tomar un paseo, sin embargo se dio cuenta de que  no podía pasear por la Tierra en su aspecto de serpiente emplumada así que se disfrazó de humano.-

 -Caminó el Dios sin parar por muchas horas, maravillado con los paisajes de la tierra y al caer la noche,fatigado, decidió descansar y se sentó en una piedra a la orilla del camino mientras contemplaba las estrellas con gran admiración.-

 -Al poco rato se le aproximó un pequeño conejito moviendo alegremente sus bigotes:

 - ¿Qué comes?- dijo el Dios al conejo.

- Una deliciosa zanahoria que encontré en el camino, ¿quieres que la comparta contigo?.- dijo el conejito.

- No gracias- contestó el hambriento Dios- no puedo privar de su sustento a un ser vivo.Quizás es mi destino desfallecer a merced del hambre y la sed.-

 -¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo puedo ayudarte? -replicó el conejo.

 -Eres muy amable conejito, pero no te preocupes por mí, sigue tu camino.-

- Solo soy un pequeño conejo, no dudes en tomarme como alimento si sientes que no puedes sobrevivir más. En la Tierra todos debemos encontrar nuestra manera de sobrevivir.-

 Quetzalcoalt quedó conmocionado ante las palabras

del conejo, con cariño lo acarició y tomándolo entre sus manos lo alzó hacia el cielo en dirección al brillo de las estrellas. Tan alto lo levantó que su silueta quedó grabada en la gran Luna anaranjada.

 Por su bondad la imagen del pequeño conejito quedó plasmada para siempre en el firmamento, para que fuese recordado siglos y siglos por todos los hombres que habiten la Tierra a modo de lección de humildad y generosidad.

 - Y esa es la sombra que todos vemos calabacita- dijo el padre alzando a su hija hacia el brillo de las estrellas.