Aterradores buques de mástiles astillados, velamen deshilachado y madera podrida surcan los mares de los vivos en forma de escalofriantes leyendas, desde el lejano siglo XVIII, siendo, sin lugar a dudas la más famosa de ellas la del conocidísimo "Holandés Errante", inmortalizado incontables veces en la literatura, el cine, las artes plásticas y el teatro musical.
 Publicada por primera vez en una revista británica en 1821 la leyenda narra la historia de un buque de varios mástiles y amplio velamen que navegaba por la zona del Cabo Nueva Esperanza cuando fue sorprendido por una infernal tormenta.
 La tripulación desesperada solicita al capitán buscar refugio en el puerto más cercano, éste se niega entre carcajadas burlonas y, mientras la tempestad arrecia, alza su mirada desafiante al cielo retando a Dios a hundir el barco.
 En ese instante una figura luminosa aparece en la cubierta, irradiando una luz fantasmal, los marineros temblaban de terror mientras observaban a su soberbio capitán apuntar su arma a la misteriosa figura a la vez que gritaba enajenado:
- ¿ Quien quiere un viaje tranquilo?, yo no. No te pido nada .Desaparece o te vuelo los sesos.-
 A lo que la entidad resplandeciente contestó:
"Hiel será tu bebida y hierro candente tu comida. De tus tripulantes solo conservarás un grumete, al cual le nacerán cuernos, tendrá hocico de tigre y piel de perro marino. Y como tanto te agrada atormentar a tus navegantes, serás su azote pues te convertiré en el espíritu maligno del mar y tu buque acarreará la desgracia a quien lo aviste."
Desde entonces, víctima de aquella maldición, "El Holandés Errante" se convirtió en sinónimo de infortunio y muerte, los barcos que lo avistaban encallaban en bajíos inexistentes o quedaban varados en el medio del océano por calmas chichas, condenando a sus tripulantes a morir de hambre y sed.

 El Verdadero Holandés Errante:

  La revista británica y todos los artistas que luego han reflejado al Holandés en su trabajo fueron meros
recopiladores de una ancestral tradición oral deformada por el imaginación popular y el implacable paso del tiempo.
 Existió verdaderamente un barco llamado "Holandés Errante", su capitán fue Bernard Fokke, innovador y reconocido marino que dotó a su barco con tecnología de su propia invención, haciéndolo capaz de surcar los mares a gran velocidad y provocando así los rumores a su alrededor, que sostenían que para alcanzar dicha rapidez al navegar Fokke había hecho un pacto con el diablo.
 Por ello, cuando en una fecha incierta del siglo XVIII el barco desapareció no se hicieron esperar las macabras deducciones que sostenían que Satanás había reclamado "su parte del trato". Naciendo así la leyenda que perdura hasta nuestro días.