Hallada en los siglos II o III d. C, representa a una mujer de rodillas, con las manos atadas en la espalda y trece agujas atravesándola. Fue encontrada en Antinoopolis, antiguo Egipto, dentro de una vasija de arcilla, acompañada de una lámina con un hechizo escrito que concedía más poder a la maldición para la que fue destinada. Se conoce que era un hechizo de amor para atraer a una mujer llamada Ptolemais, y  hoy en día la figurilla tiene su hogar en una caja de cristal en el Museo del Louvre.  


 La muñeca del Louvre , es la mejor conservada de los llamados "kolossoi", nombre otorgado por los griegos a  los muñecos vudú de la antigüedad que ,por su aspecto, recuerdan a los muñecos de maldición haitianos, aunque en el mundo grecolatino estaban más relacionados a la magia amorosa. Realizadas de bronce , arcilla o cera, en ocasiones eran piezas muy toscas, sin apenas parecido a un humanoide, mientras que otras eran ricamente elaboradas. Se encontraban frecuentemente enterradas en lugares específicos como cementerios , cruces de camino o lugares con agua, buscando vincularlas con divinidades subterráneas, se activaban escribiendo el nombre de la víctima en la figura y a través de nudos, lazos, clavos o agujas que atravesaran órganos vitales, ojos, cabeza u órganos sexuales se potenciaba su magia. 

 El origen de los "kolossoi" se remonta a la Dinastía XII, en el antiguo Egipto, aunque en este caso su uso estaba únicamente dirigido a maldecir a los enemigos del faraón, eran de barro, madera o cera y sobre ellas se escribían maldiciones terribles destinadas a la víctima, posteriormente se destruían o se enterraban próximas a una tumba, buscando no solo acabar con la vida terrenal del objetivo, sino atormentar también su alma en el más allá.

 Éstas figuras se extendieron, llegando al mundo griego alrededor del siglo IV a. C, vinculadas a actividades de protección contra las fuerzas negativas o el mal de ojo, de allí pasaron al mundo romano, donde alcanzaron gran auge.

 En los papiros mágicos griegos(PGM IV 330-335) se halla gran referencia a estos muñecos y las formas de emplearlos para diversos objetivos, así se leen incluso instrucciones para su uso:

 "..toma una lámina de plomo y graba en ella la misma fórmula ("atravieso tal miembro de fulana, para que no se acuerde de nadie salvo de mi, fulano") y recítala, y atando la lámina a las figurillas (...), cuando el sol se oculte, ponlos junto a la tumba de uno muerto antes de tiempo o de uno muerto de forma violenta..."

 También era habitual amputar o destruir parcialmente algún miembro de la figurilla para aumentar su

poder, incorporar algún elemento personal de la víctima( cabellos, uñas...), o encontrar algunos de estos muñecos confinados en cajas de plomo, calderos de bronce o vasijas de arcilla.

 Por otro lado, los "kolossoi" también podían ser empleados en estas regiones para propósitos oscuros, aunque fuese su uso menos común pues eran considerados como magia potente, extraña y extremadamente peligrosa por los habitantes del Imperio romano. El propio poeta Ovidio (Amores 3, 7, 49) hace referencia a estas prácticas, justificando su impotencia con la posibilidad de que alguien estuviese empleando un "kolossoi" en su contra: 

 " No será que mi cuerpo languidece embrujado por algún veneno de Tesalia?; no será que ensalmos y hierbas ,! desgraciado de mí!, me están haciendo daño, o que una hechicera  Dipsas ] ha grabado mi nombre en amarillenta cera y una aguja afilada ha penetrado mi hígado?...¿ Qué es lo que prohíbe que también los nervios se emboten mediante artes mágicas? Quizá provenga de aquí mi impotencia."

 Nunca sabremos si la magia era ciertamente la causa de la impotencia del poeta o si las maldiciones eran efectivas para atraer el amor deseado o para desatar dolores y penurias sobres los enemigos, pero sin duda alguna esta es una de las manifestaciones más sorprendentes y siniestras de la magia de la antigüedad.