lunes, 11 de enero de 2021

  Se dice que la Habana se fundó bajo la Ceiba de El Templete,patrimonio de la humanindad que trasciende en la historia de Cuba porque fue bajo este enigmático árbol dónde se realizó la primera misa y cabildo de la naciente Villa de San Cristóbal de la Habana, convirtiéndola tal vez en la ceiba más prominente de toda la ciudad, a su arldedor han hecho fila reyes, reinas,presidentes,artistas y hasta grandes científicos honrando la tradición para ganar su bendición ancestral.

 Con santidad transmitida de generación se yerguen por igual en parques,plazas o campos, imponentes e intocables pues la tradición popular prohíbe su tala donde quiera que nazcan, con la perpetua amenaza de que quien ose derribarlas enfrentará la ira divina.

 En el imaginario cubano el lugar donde se erige la ceiba se convierte en suelo sacro y allí donde crece es común observar a personas dándole vueltas contrario a las manecillas del reloj, en forma de ritual sagrado o arrojando centavos entre sus raíces pidiendo su bendición.

 Se dice que su culto fue traído a Cuba por los esclavos africanos y de acuerdo con la religion Yoruba constituye el recinto de los orishas, pero su magia es tal que unifica a los cubanos de disímiles creencias religiosas ,que sin importar su credo se congregan a su alrededor para realizar rituales evidenciando inequívocamente nuestro ancestral sincretismo cultural.

 Para los campesinos encarna al árbol de la Virgen Maria, para los chinos traídos a la isla durante la etapa colonial y hoy para sus descendientes, es el trono de Santán Kon, quien sería el equivalente oriental de Santa Bárbara.

 Uno de los ancestrales mitos cubanos que se tejen alrededor del árbol sagrado narra que en una noche de infernal tormenta una mujer corría desesperadamente por el monte con su pequeño en brazos,clamando a los cielos por. protección de la incesante lluvia ,los atemorizantes rayos caían a su alrededor mientras la aterrorizada madre lloraba ahogada por el miedo  y al acercarse al gigantesco árbol éste abrió su tronco con benevolencia


ofreciéndole cobijo a la angustiada mujer y su hijo en su interior.

  Con su virtud de fuerza mística capaz de resistir cualquier viento  y sus propiedades hechiceras que pueden volver fecundas a las mujeres infértiles se alzan imponentes y majestuosas extendiendo sus brazos poderosos hacia el cielo y bendiciendo con su aura mágica a quien se refugie bajo su frondoso follaje lo que las hace recipientes de amuletos y ofrendas que son dejados a sus pies a forma de homenaje de sus devotos hijos anelahantes de su amparo.


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