domingo, 27 de junio de 2021

 El amor y todas sus mágicas implicaciones han dejado marcas más de una vez en la historia y la literatura, cantos a su naturaleza extasiante y grandes obras basadas en las tragedias nacidas de su ardiente seno.

 Quizás la más conocida de las fatídicas historias de grandes amantes que eligieron la muerte antes que el dolor de un corazón hecho pedazos por la ausencia del ser adorado, es la obra maestra del genial Wiliam Shakespeare, Romeo y Julieta

 Frank Dicksee la escena del balcón de Romeo y Julieta.
Escrita por la magistral pluma del genio inglés en 1597 alcanzó rápidamente la fama y ha sido
reproducida en el cine, el teatro, la pintura y la música en incontables ocasiones. Bautizando de Montescos y Capuletos a muchos amantes a lo largo de la historia que se sentían identificados con la ruina de los desdichados italianos.

 La historia de los amantes de Verona es una ficción salida de la dotada mente de un escritor magistral pero fue surgida a la sombra de un relato recogido en la mitología griega, que tuvo tanta repercusión en Europa que el autor lo tomó como inspiración para la creación de su gran obra: "El mito de Píramo y Tisbe."


 Según narra la historia Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios que vivieron durante el reinado de

Semíramis. Los jóvenes residían en viviendas contiguas y, a pesar de la prohibición de sus padres se amaban con locura, miradas furtivas y signos imperceptibles eran su manera de comunicarse hasta que descubrieron una grieta en el muro que separaba las dos casas. Sus voces viajaban  través de la fina grieta, llevando a sus oídos mensajes de amor, que avivaron el fuego entre ellos. El sentimiento y la pasión fueron creciendo descontroladamente, hasta que un día acordaron, que con la siguiente Luna huirían en silencio , sin ser vistos y se dieron cita junto al monumento de Nino , bajo un morral de moras blancas cercano a una fuente.

Tisbe llegó primero, pero atemorizada por una leona que se acercaba a beber agua, huyó escondiéndose en un agujero cercano, perdiendo el velo que la engalanaba mientras huía.La leona jugueteó con el delicado velo, enunciándolo con sangre fresca de su reciente cacería y cuando Píramo llegó descubrió el velo ensangrentado y las huellas felinas, consternado asumió que su amada había sido devorada e incapaz de vivir con esa amarga realidad sacó su puñal, lo hundió en el vientre y su sangre tiñó de púrpura las moras.

 Tisbe salió de su escondite esperando que la leona ya hubiese continuado su camino y cuando vio el color de los frutos pensó que estaba en el lugar incorrecto, pero entonces encontró a su amor muerto con el puñal en las entrañas, lo abrazó, sollozando sacó el puñal de su cuerpo y con un ademán desesperado se suicidó con el.


 Cuentan entonces que los dioses afligidos hicieron que las familias rivales incineraran a sus hijos y guardaran sus cenizas en la misma urna y desde aquel entonces los frutos de la morera quedaron teñidos de púrpura.

 

1 comentarios:

Muy interesante precedente inspirador de Shakespeare , lo cierto es que los amores tragicos sin consumar abundan. Como un Romeo y Julieta moderno me viene a la mente la afamada película West Side History.

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