miércoles, 20 de octubre de 2021

  Entre las leyes crueles, injustas y absurdas, que se han echo presentes a los largo de la humanidad desde el tiempo de los pastores y los señores feudales, hay un lugar reservado para una legislación especialmente incongruente.  Desarrollada a partir de la Edad Media tardía, La Ley de pobres existió hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Teóricamente la Ley pretendía aliviar el sistema de vida y sobrevivencia de los pobres, a través de sistemas de ayuda en las parroquias, la legislación fue cambiando con el tiempo y no exactamente para mejor, transformándose durante la Inglaterra victoriana en un sistema centralizado que favorecía el establecimiento de "workhouses", lugares donde los desamparados podían ir a vivir y trabajar, sin embargo, con las reformas también llegó un recodo oscuro dentro de este estatuto: "La Ley de Enmienda de la Ley de pobres", horrible decreto que liberaba de toda obligación de pago y sostén a los padres de hijos ilegítimos. Precisamente este absurda ley fue la mano alrededor del cuello de muchas madres solteras y el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de  una serie de monstruosas practicas y liberación de abominables seres maquiavélicos, tal y como fue Amelia Dyer. 

  En las circunstancias antes expuestas las madres solteras vivían doblemente presionadas, marginadas por el estigma social, y aprisionadas en brutales jornadas de trabajo de hasta 14 horas, para poder mantener, a duras penas, a sus hijos. Aprovechándose de tales antecedentes comenzó a surgir un sistema parecido a las workhouses. Se llamaron "agentes de adopción o crianza", quienes a cambio de cuotas o un total adelantado supuestamente se hacían cargo de los cuidados y necesidades de los infantes. Evidentemente no era así, este caótico sistema trajo consigo atroces métodos, los bebés pasaban hambre y si lloraban eran sedados con una mezcla de alcohol y opiáceos llamada " Cordial de Godfrey", causándoles las muerte a muchos por desnutrición o narcotismo. 

 En este espeluznante escenario es donde entra Amelia Dyer, una trastornada mujer, que vio en este

caótico sistema la posibilidad de hacer fortuna y a la par desatar sus más enajenados impulsos. Dyer nació en 1836, no existe fecha más exacta debido a la ausencia de un certificado de nacimiento, fue la menor de cincos hermanos, y tuvo una infancia feliz, hasta que en 1848 su madre y dos hermanas fallecen, victimas del tifus. Amelia fue criada por una tía, a los 24 años se casa con un hombre de 59, comienza a estudiar enfermería y conoce a la partera Ellen Dane, quien sería su mentora en el mundo del asesinato y la perversión. Ellen fue una conocida asesina que solía alojar en su casa a muchachas jóvenes con sus hijos ilegítimos, adoptaba a los pequeños y luego los asesinaba sangrientamente, eventualmente fue detectada por la policía y huyó hacia Estados Unidos, pero ya había plantado su asquerosa semilla en la mente de Amelia Dyer, quien separada de su marido y para entonces, madre de dos niños, comenzó a colocar anuncios en los periódicos de la época para atraer a las madres desesperadas. 

 En 1896, la sección "Varios", del periódico Bristol&Times Mirror", publicaba el anuncio desesperado de varias madres que rogaban: " Busco mujer respetable para cuidar a un niño pequeño", una de ellas era Evelyn Marmon, una camarera de 25 años, que había dado a luz a una pequeña niña y descubrió, unas líneas más abajo, en la misma sección una oferta que se leía:

 " Pareja casada sin familia adoptaría un niño sano para vivir en agradable hogar de campo, Precio: 10 libras semanales. Señora Harding ".

 La "señora Harding", era en realidad Amelia Dyer, casada nuevamente, esta vez con un obrero cervecero. No tardó en llegar a las manos de la ilusa y agobiada madre una dulce carta de la "señora Harding":

 ..." debería estar contenta de encontrarnos. Somos personas sencillas, hogareñas, buenas. Mi esposo y yo queremos mucho a los niños. No tengo un hijo, y conmigo su niña tendrá amor de madre".

 Evelyn estaba convencida, sin embargo no llegaba a la suma que pedía la señora y rogó una rebaja, pero Amelia se mantuvo férreamente en su posición, " un pago único y por adelantado". La joven  reunió las 10 libras con sacrificio y se encontró con el marido de Amelia para entregarle a la pequeña Doris, una caja con su ropa y las 10 libras requeridas. La apariencia tosca y la avanzada edad del hombre sorprendieron a la joven, pero sin sospechar el desdichado futuro entregó a su hija y nunca más la volvió a ver. 

 Amelia, en posesión de la pequeña, la llevó a casa de Polly, su hija de 23 años y la ahorcó, enroscando una cinta blanca alrededor de su delicado cuello, una semana más tarde mató a Harry Simmons de tan solo 13 meses de la misma forma.

 Sus primeros crímenes fueron descubiertos y catalogados como "negligencia", por la que fue condenada a seis meses de trabajos forzados, una abominación jurídica, una condena absurda y completamente desacertada. Luego de cumplido su corto castigo, Amelia intentó terminar la carrera de enfermería, pero según algunos "diagnósticos" fue interrumpida por los primero botes de "inestabilidad mental y tendencias suicidas". Encontró en el abuso desmedido del láudano y el retorno a su antiguo empleo en la adopción y asesinato de inocentes el tratamiento perfecto para amainar sus males.

 Al inicio solicitaba certificado de defunción a los médicos, pero ante una cantidad tan inusual de certificados la atención de la policía se centró nuevamente en ella, por lo que comenzó a deshacerse personalmente de los cadáveres. El reclamo constante de las madres, que demandaban la devolución de sus hijos y la vigilancia policial la empujaron a mudarse continuamente de casa, empleado alias y cambiando continuamente de pueblos y ciudades durante años mientras continuaba su macabra labor.

  Per su caída llegó finalmente. El 30 de marzo de 1896, un barquero halló un extraño paquete flotando en las aguas del Támesis, el sospechoso paquete desató el horror en aquel hombre, al descubrir en su interior el cuerpo diminuto de la niña Helen Fry.  El detective Constable Anderson durante su investigación encontró en el envoltorio una deteriorada etiqueta, que bajo el microscopio reveló el nombre: " Señora Thomas", junto a una dirección.

 


Toda la evidencia apuntaba inequívocamente a Amelia Dyer, pero la policía decidió no detenerla de forma ordinaria, en cambio le tendieron una trampa. Una supuesta madre la llamó para hacerle entrega de su niño y acordaron cita, pero en su lugar aparecieron tres detectives que allanaron la infernal casa y apresaron a la monstruosa mujer. No encontraron restos humanos, pero el hedor a muerte, las macabras cintas blancas empleadas para ahorcar, los telegramas sobre acuerdos de adopción, las facturas de empeño de la ropa de los infantes, los recibos de los anuncios en los diarios, todo a nombre de "Señora Thomas", fueron más que suficientes. Las autoridades dragaron el Támesis y aparecieron seis pequeños más, entre ellos Doris Marmon y Harry Simons. 

 Amelia Dyer, alegó locura en un intento desesperado de defensa  pero fue desestimada, en cuatro minutos y medio fue declarada culpable por un jurado y condenada a morir ahorcada. Esperó el día de su ejecución alojada en la cárcel de Newgate, una de las prisiones más infernales de Londres, sin embargo mucho menos del infierno que realmente merecía. El 10 de junio de 1896, a las nueve de la mañana fue ahorcada, sus palabras finales fueron: " No tengo nada que decir".

 Bastaron para condenarla 12 asesinatos confirmados, sin embargo la reconstrucción de lugares y fechas, la pilas amontonadas de certificados de defunción, las denuncias de niños desaparecidos demuestran años de macabra tarea y sugieren que la matanza de esta cruel mujer ascendió a 200 o 300 víctimas. Una masacre horrenda, que nos recuerda que realmente existen los monstruos y sí acechan desde rincones insospechados, pero no son criaturas babeantes, con garras y dientes filosos, la mayoría son tristemente humanos.  


2 comentarios

En ocasiones la realidad supera con creces la imaginación del mejor escritor de género horror , terror , policíaco y lo motiva a uno a desear que de nuevo exista la pena capital para estos y otros casos.

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Verdaderamente terrible esta historia, asombrosa. El desequilibrio mental puede conducir a conductas extrañas, pero en los casos de asesino múltiples siempre se trata de personas capacitadas para tener estudios de algún tipo, habilidades para mezclarse con la gente normal y lo peor , que la justicia tarda bastante en caer sobre ellos. Muy buen artículo.

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