jueves, 11 de noviembre de 2021

 Representados en la mitología, como grandes seres alados, petrificados durante el día, que cobran vida entre las sombras de la noche. Fieros centinelas de Iglesias, campanarios y antiquísimas construcciones, que con su apariencia amenazante, de fauces abiertas, llenas de dientes afilados, de alas enormes que desembocan en garras cortantes y rostros enardecidos, llenos de furia contra los intrusos resguardaban sus recintos sagrados helando la sangre de aquellos que intentasen profanarlos. Pero este es solamente el rostro ficticio de las gárgolas, el rostro que le otorgamos los hombres, en nuestra prolífera imaginación.

 


En el mundo real, menos colorido y mucho más sensato, donde no vuelan ni cobran vida al anochecer para proteger sus templos, la palabra gárgola proviene del latín gurgulio, que a su vez desciende de un término griego que significa "hacer gárgaras"  y simplemente se designa para describir la parte sobresaliente de un caño que sirve para evacuar el agua de lluvia de los tejados. Las gárgolas evitaban que el agua ocasionara deterioros en los muros de piedra, expulsándola en finos chorros a través de las fauces filosas.

 En las hermosas construcciones góticas, tomaron un papel esencial ,adornando  iglesias y catedrales con sus facetas más grotescas, representando animales feroces, monstruos o demonios, intencionalmente diseñados con la misión simbólica de proteger los templos. Por lo que, aunque la primera imagen que viene a la mente cuando hablamos de gárgolas es la del gigantesco murciélago de piedra, realmente las gárgolas son todas aquellas criaturas que decoran los muros de los edificio cumpliendo esta función de desagüe que poco a poco pasó a ser puramente ornamental.

 Aunque fueron introducidas en la arquitectura cristiana por primera vez en las catedrales de estilos

góticos, las gárgolas ya eran empleadas en la arquitectura islámica y budista. Incluso se hayan antecedentes del uso de imágenes de cabezas de animales como canalizaciones de agua en el Antiguo Egipto, la Antigua Grecia y Pompeya. Más tarde en 1240 empezaron a aparecer en París, alcanzando su época de máximo esplendor en el siglo XIII y la primera mitad del siglo XIV, hasta que con la llegada del Renacimiento poco poco comenzaron a convertirse en caños simples de piedra o metal, carentes de representación iconográfica o con forma de Quimera. En el silgo XIX la arquitectura neogótica recuperó su uso. 

 Las gárgolas, han trascendido en su protagonismo, posando sus garras en el mundo de la literatura y el cine, donde se han transformado en  conocidísimos personajes como Victor, Hugo y Laverne, las famosas gárgolas, amigas y confidentes de Quasimodo en "El jorobado de Notre Dame", que representan a las 56 gárgolas más famosas del mundo, las guardianas aladas de la Catedral parisina. O como protagonistas de una notable serie estadounidense, en la que encarnan superhéroes de la noche, sobrevivientes de un tiempo lejano, destinados a defender a los humanos, a pesar de su traición. Aunque realmente la función de las gárgolas, haya sido proteger las edificaciones del agua, expulsándola a través de sus bocas, y ya sean mayormente ornamentos es casi imposible desprendernos de su imagen como guardianes y depositar nuestra fe en que algún día vendrán a la vida, para proteger nuestras ciudades con su fuerza pétrea. 


..." One thousand years ago, superstition and the sword ruled. It was a time of darkness. It was a world of fear. It was the age of gargoyles. Stone by day, warriors by night, we were betrayed by the humans we had sworn to protect, frozen in stone by a magic spell for a thousand years.Now, here in Manhattan, the spell is broken, and we live again! We are defenders of the night. We are Gargoyles!

 

 


  




2 comentarios

Esclarecedor y tranquilizador artículo pues los bichos esos de veras que tienen algo siniestro .

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