jueves, 16 de diciembre de 2021

  En nuestros días de pandemia y aislamiento, el sexo como realidad se ha ido transformando para algunas personas. La imposibilidad de salir a la calle, bajo el riesgo de enfermar e incluso afectar a otros con la propagación de la epidemia ha obligado a abrazar métodos más innovadores de cara a las relaciones sexuales, y la tecnología, fiel servidora ha sido la protagonista principal de esta nuevas vertientes de expresión o comunicación sexual: " El sexo cibernético".

 


Tan frío o impersonal, para algunos es una experiencia superficial, que aunque puede resultar estimulante carece de las sensaciones producidas por una relación sexual real. A pesar de esto son muchas las personas que han abrazado esta tendencia, ya sea por textos o llamadas. Este tipo de práctica es  más emocional y cognitiva ya que involucra más la fantasía y el factor intelectual al no existir intercambio de sensaciones físicas. 

 La mezcla de todos los dispositivos electrónicos, con el invento del siglo: "internet", ha facilitado mucho nuestra vida, absorbiéndonos en su universo la mayoría de las veces. Gracias a esta tecnología podemos escoger cuando y como hacer tareas sencillas como hacer la compra de manera presencial o simplemente usando apps de encargos desde la comodidad de nuestro hogar, y algo parecido ocurre con el sexo, que no podía escapar a la seducción del internet y sus encantos.

  Así nació el cibersexo, definido desde 2002 por expertos como Cooper y Griffin- Shelley como el "uso del internet con objetivos de gratificación sexual", ya sea entre solteros o parejas en relaciones a distancia que buscan reducir los kilómetros a solo un plasma que los separa.  Muchas veces uno de los aspectos más atractivos de esta práctica es el anonimato. Para algunas personas el ciberespacio acepta preferencias que su realidad les prohíbe o que ellos mismos no se atreven a experimentar, ofreciéndoles una sensación de control y seguridad que usualmente no poseen en el mundo real. 

 Pero esta tendencia, aunque segura por no transmitir enfermedades ni dar lugar a embarazos no

deseados, no está libre de posibles consecuencias, que no son para nada agradables. Además de que el anonimato en línea nunca es realmente anónimo y el riesgo que se corre de que las imágenes o videos compartidos no permanezcan privados es un poco alarmante,  los profesionales alertan que la práctica excesiva de esta tendencia puede desembocar en una pérdida de interés por las relaciones sociales y físicas, produciendo así una sensación abrumadora de aislamiento y soledad. 

 Todo con su justa medida resulta gratificante, incluso el cibersexo, siempre y cuando se practique por propia decisión y sin robarle el espacio a las relaciones e interacciones sociales que nos recuerdan lo que es sentir la piel o el calor de otro ser humano y esto aplica para todas las tendencias, de vez en cuando también es bueno bajar al supermercado. 😅

 

 


 

 

 




1 comentarios:

Profunda y balanceada exposición de un tema muy actual con un alcance inimaginable que no es cosa de adolescentes.
Coincido con lo expuesto por la autora.

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