martes, 9 de agosto de 2022

Con frecuencia la vida de los grandes artistas está marcada por la tragedia, los escritores no son la
excepción a esa nefasta regla  y en muchas ocasiones encontrarnos historias de autores que languidecieron en la tristeza. Algunos bien conocidos, otros no tanto, peros siempre marcados de alguna manera por el infortunio. 
Entre 1937  1938 los suicidios de res grandes escritores conmocionaron al mundo. on meses de diferencia parieron a la ora vida, Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones y Alfonsina Storni. Dos de ellos, guardaban una relación no conocida por muchos, que los marcó profundamente. 

Alfonsina Storni conoce al gran Horacio Quiroga en 1922, frecuentando la casa del pintor Emilio Centurión, donde más tarde surgiría el grupo Anaconda. Su personalidad la deslumbró, Quiroga era un hombre marcado por la desgracia, los suicidios de sus seres queridos se amontaban a su alrededor,  en un intento por escapar se exilió para forjar su paraíso salvador. 
En aquel entonces a Quiroga había publicado sus libros más importantes y era un referente entre aquellos que intentaban profesionalizar la escritura. Alfonsina también era una autora consumada, con dos libros publicados.

Quienes fueron testigos de su amistad cuentan que en una de sus reuniones, durante un juego de prendas, alfonsina y Quiroga debieron besar las caras opuestas de un reloj de cadena, en un movimiento del reloj, los labios acabaron por junarse  se vieron envueltos en un beso apasionado. Quiroga la menciona frecuentemente en sus cartas, sin embargo cuando decide exiliarse a Misiones, para aislarse de todo lo que lo rodea, le ruega que lo acompañe y ella se niega. 

Ni la distancia , la tristeza o los males consiguió nublar su amor, pero siguieron separados por muchos años. En 1937 un juna médica le diagnostica a Horacio cáncer de próstata, y el mismo día que conoció la noticia, se quitó la vida en su habitación de hospital, bebiendo una mezcla de cianuro  agua. 
Cuentan que solo confió una cara, a su mejor amigo dentro del centro médico y que esta iba dirigida a su amada Alfonsina, aunque ese hecho no se pudo corroborar, pues nada más se supo de aquel paciente luego de la muere de Horacio  la cara si existió se perdió para siempre. 

En 1935 Alfonsina fue diagnosticada con cáncer de mama y sometida aun operación quirúrgica donde le removieron el seno derecho. Su salud empeoró rápidamente  hacia el final le costaba seguir adelante. Sus poesías se llenaron de sentimientos de muere y tristeza, maximizados por la pérdida de Horacio. 

Hacia los últimos momentos de su vida el dolor se hizo insoportable  ella tomó la decisión de seguir a su amado. Envió al diario "La Nación" su último poema titilado, "Vo a dormir", una carta a su hijo, y otra a la policía para que no buscasen culpables por su muerte y se lanzó al mar desde el espigón de la Perla.



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