La máscara de la muerte negra
Actualmente usadas como piezas museables, resguardas en vitrinas de cristal para que ojos curiosos las
observen desde la salvedad de museos, o empleadas como métodos para atemorizar en películas, series o incluso videojuegos de terror, lo cierto es que el peculiar diseño de las máscaras empleadas por los médicos durante la epidemia de la peste negra en el siglo XIV tenía una razón específica.
.."La nariz era de medio pie de longitud, con la forma de un pico, rellena de perfume con sólo dos agujeros, uno en cada lado, próximos a los orificios nasales, pero que bastaban para respirar, cargando con el aire que uno inhalaba, la impresión de las drogas contenidas en el extremo del pico. Bajo el abrigo vestimos botas hechas de cuero marroquí, pantalones de piel fina que estaban amarrados desde el frente a dichas botas y una blusa de piel fina y manga corta, cuyo extremo inferior se introduce en los pantalones. El sombrero y los guantes también están hechos de la misma piel... con lentes sobre los ojos."
Este atuendo especial era conocido como "Al doctore de la Peste" y fue inventada por Charles de Lorme en 1630 y empleado por primera vez en París, pero posteriormente su uso se extendió por toda Europa. El traje de protección consistía en una túnica de tela gruesa encerada, una máscara con agujeros, lentes de vidrio y una nariz cónica con forma de pico que era rellenada con sustancias aromáticas y paja.
Se creía que sustancias como ámbar gris, hojas de menta, estoraque, mirra, láudano, pétalos de rosa, alcanfor y clavo de olor protegían al médico del mal aire miasmático y la paja ayudaba a filtrar este "mal aire". Además portaban un bastón de madera para examinar a sus pacientes sin tener que tocarlos, que también era utilizado en ocasiones como herramienta para el arrepentimiento de pecados, pues muchos creían que la peste era un castigo divino y pedían ser golpeados en señal de arrepentimiento.
Estos doctores utilizaban como tratamiento la sangría y otros remedios tales como poner sapos o sanguijuelas sobre los bulbos causados por la enfermedad para "rebalancear los humores". También se les concedían algunos privilegios especiales como realizar autopsias , las que estaban prohibidas en aquel tiempo, pero se consideraron necesarias para hallar una cura para la plaga. Por supuesto debido a la naturaleza de su trabajo, tenían prohibido el contacto con el público general debido al alto riesgo de contagio.
Estos "médicos de la peste", eran altamente apreciados, ellos cuidaban de todos los ciudadanos, sin importar su eran ricos o pobres o de que ciudad o pueblo fuesen. Sin embargo en muchos casos estos "médicos" no eran profesionales con instrucción tradicional, muchos eran doctores que no habían logrado establecerse en la profesión o jóvenes médicos tratando de hacerse un camino. En Francia y los Países Bajos muchas veces estos médicos no poseían ningún entrenamiento formal y eran conocidos como "empíricos", siendo previamente a dedicarse a la "medicina de la peste", hombres de cualquier profesión sin relación directa, como por ejemplo, vendedores de frutas.
Independientemente de su profesión, estos hombres que hicieron de su misión, luchar contra la devastadora epidemia rindieron un gran servicio a la humanidad, aunque, al carecer de los medios y los conocimientos necesarios, la población continuó sucumbiendo ante la imparable enfermedad que no desapareció realmente, hasta la llegada de los antibióticos, años más tarde, sin embargo además de sus funciones de atender y cuidar a los enfermos también trabajaron como funcionarios en tiempos de epidemias, manteniendo registros de las muertes a causa de la peste, determinando mediante autopsias el funcionamiento de la enfermedad, incluso sirvieron como testadores y testigos de numerosos testamentos de aquellos próximos a la partida definitiva.
El aspecto terrorífico de su atuendo que hoy causa miedo y es empleado ampliamente en la industria del horror, identificó hace mucho tiempo a aquellos que pusieron su empeño y mejores esfuerzos para salvar a miles de enfermos y curar una agonizante humanidad, diezmada por la enfermedad y aterrorizada por una de las más horrendas muertes.