En el aire tenso que hoy se respira en mi patria, tras el silencio y la "calma", lograda con balas y sangre es sabio evocar recuerdos de nuestras raíces y refrescar nuestra historia. Que mejor símbolo nuestro que el himno que llevamos a fuego grabado en nuestra mente, el que cantamos desde que somos bien pequeños cada mañana antes de entrar a clase, hasta que somos adultos, cuya melodía evoca amor en el corazón y fuego en nuestra sangre.

 


La Bayamesa fue compuesta musicalmente Pedro(Perucho)Figueredo en agosto de 1867, nombrada así en honor y referencia a “la Marsellesa” marcha entonada por los franceses cuando luchaban por su revolución. Durante una celebración del corpus Cristi, a la que asistieron altos mandos del régimen español, sus notas fueron tocadas públicamente por primera vez por una banda bajo la dirección musical del maestro Muñoz Cedeño el 11 de junio de 1868.

 No mucho más tarde, el 10 de octubre de 1868 se iniciaría con el Grito de Yara la guerra de los diez años que valerosamente libraron los mambises contra la colonia, el 18 de octubre 1868 comenzó el asalto a Bayamo, que concluyó con la firma de la abdicación de las fuerzas españolas el 20 de octubre de 1868 a las 11de la noche.

 En el fragor de la victoria, con la adrenalina de la batalla, el pueblo a su alrededor vitoreando por una letra para el glorioso himno, Figueredo, a horcajadas sobre su caballo compuso la letra que hasta hoy entonamos los cubanos.

  A la par del francés, el nuestro es un himno de guerra, que llama a las armas para defender nuestra tierra, a sacrificar la vida si es necesario para defender la soberanía de nuestro cielo pues “vivir en cadenas es vivir en afrenta y oprobio sumido”.

 Fue concebido en la lucha contra la colonia, pero ha acompañado a nuestro pueblo a través de todas sus batallas y lo hace hoy también cuando Cuba recuerda en las palabras y la música de nuestros mambises que “morir por la patria es vivir”.