En la larga historia del progreso científico de la humanidad, el diseño y la elaboración de vacunas y
medicamentos ha jugado, lógicamente, un papel imprescindible, así hemos sido capaces de concebir vacunas contra enfermedades letales y medicinas para combatir incontables males y contrarrestar horribles dolores.
 Logros científicos conseguidos gracias a un equipo silente de científicos, médicos, laboratoristas, microbiólogos, químicos y cientos de profesionales que se desempeñan en las diferentes etapas de los procesos mediante los que se llega a conseguir una vacuna o medicina aplicable para los humanos.
 
 Pero además de los héroes humanos existen unos pequeños protagonistas, casi ignorados, desechados y olvidados, sus sacrificios, gracias a los cuales las vacunas pasan a las siguientes etapas, parecen efímeros u poco importantes, sin embargo sin ellos la historia sería diferente.
 
 Se trata de todos los animales que han sido utilizados como sujetos de pruebas en la industria de los medicamentos, los cuales han sufrido efectos nocivos de medicamentos experimentales  y han muerto en lugar de los candidatos humanos, pocas veces se refiere a ellos la ciencia, sus sacrificios son "necesarios " en post de nuestro progreso, pero al fin y al cabo, son seres con un estado de conciencia inferior al nuestro pero sus vidas su igual de importantes y dignas a tener en consideración al hablar de el papel que desempeñan en la etapa de prueba de un medicamento. En el corazón de Rusia existe una increíble estatua que rinde tributo a todos los animales que han perdido su vida en nombre de la ciencia y en honor a su sacrificio. 


La escultura se yergue frente al Instituto de Citología y Genética de la Academia de Ciencias de Rusia, creada por Andrei Kharkevich, fue completada 2013 y bautizada como Monumento a los ratones de laboratorio. Sobre ella su autor expresó: " Combina tanto la imagen de un ratón de laboratorio y un científico, ya que están conectados uno con el otro y sirven a la misma causa."

La gigantesca obra de bronce tardó una año en ser completada y muestra un laborioso ratón, altamente concentrado, con las gafas descansando en el puente de la nariz mientras con sus manitas teje habilidosamente, pero no teje cualquier cosa, el enorme roedor está dando forma a una doble cadena de ADN. Como han hecho los animales a los que conmemora, y a los cuales también debemos agradecer nuestros avances científicos.