De la mano de fulano, mengano y zutano
Cuantas veces escuchamos a nuestra abuela o nuestra madre, hablar de fulano, mengano o hasta zutano, para identificar rostros sin nombre de personas a las que no conocían o no querían conocer. Trae a la mente la duda del nacimiento del término y nos hace preguntarnos si realmente estos personajes existieron y de ser así . ¿ Quienes eran fulano, mengano y zutano?
Por divertida que sea la incógnita y muy interesante que hubiese sido toda una historia sobre el gran mengano " Rey de los bosques orientales" o el valeroso Fulano y su espada gélida que venció hordas de gigantes en los páramos helados. Lo cierto es que nunca existieron o al menos no existe ninguna evidencia de ello, se trata de cuatro formas gramaticales utilizadas precisamente para referirse a alguien de quien se desconoce el nombre.
La palabra fulano proviene del árabe "fulan" que significa " persona cualquiera" y por alguna razón es
el más utilizado de sus hermanos, el primero en emplearse en la lista de nombres para los desconocidos o los que intencionalmente no se desea mencionar, como una suerte de Voldermort .(Fulano ha venido preguntando por ti).Le sigue mengano, también proveniente del árabe "man kan", que quiere decir " quien sea" y suele emplearse en segundo lugar ( Fulano y mengano siempre andan entre las sombras). Bien cerca a su hermano del medio llega zutano, el tercero de la fila y a quien siempre se nombra generalmente en última instancia, aunque a veces se intercala entre fulano y mengano. (Fulano, mengano y zutano van viajando de pueblo en pueblo.). Su origen proviene de la palabra "citano" que a su vez desciende de la palabra latina "scitanus" que significa sabido, no se conoce a ciencia cierta si la necesidad de añadirlo a la coletilla responde a la necesidad de poder nombrar a una tercera persona o existe alguna razón adicional.
Dicen que existe un cuarto hermano, que es muy poco mencionado, que se llama perengano (o perencejo), que su nacimiento es más reciente y se debe a la unión de Mengano con el apellido Pérez, pues no se ha encontrado su origen en otras palabras antiguas del nuestro o cualquier otro idioma.
Empleados en su forma masculina, femenina, en curiosos diminutivos (fulanito y menganito) o incluso acompañados de un apellido figurado, como el famoso Fulano de Tal o Menganita de Cual, nadie los conoce pero vienen con nosotros desde antes de nuestros abuelos, con sus rostros borrosos y sus fisionomías cambiantes dando nombre a nuestras dudas, incógnitas o secretos.