El desenlace definitivo, que pone punto final a nuestra historia y nos transporta más allá del velo, a un

lugar del que nadie regresa y del que los vivos solo conocemos rumores y fantasías, basadas en nuestros miedos más salvajes o nuestras esperanzas más profundas; llega de formas disímiles, en ocasiones extremadamente dolorosas, dejando nuestro cuerpo en letargos agonizantes, sedados por medicamentos, mientras luchamos contra enfermedades horribles, o llenos de cicatrices psicológicas en nuestra ya deteriorada psiquis, al darnos cuenta del irreversible final, es entonces que en caso extremos, y a discreción de los especialistas empieza a barajarse como una posibilidad el término " eutanasia". 

  El primer uso de este término lo encontramos en los textos del historiador Suetonio, donde describe los momentos finales del emperador Augusto: " muriendo rápidamente y sin sufrir, en los brazos de su esposa; Livia, experimentó la ·eutanasia" que había deseado". En las antiguas Grecia y Roma se empleaban plantas como la cicuta para acelerar la muerte, puesto que la eutanasia era percibida fundamentalmente como la deliberada aceleración del deceso de una persona, y contaba con el apoyo de grandes filósofos como Sócrates, Platón y Séneca, aunque se conservan algunas  palabras de Hipócrates, que al parecer demuestran su desacuerdo con la práctica: "no prescribiré una droga mortal para complacer a alguien, ni daré consejos que puedan causar su muerte". 

 El primer uso del término en contexto médico proviene de  Francis Bacon en el siglo XVII d. C., haciendo referencia a un deceso fácil e indoloro, y contando que era "la responsabilidad del médico aliviar los "padecimientos físicos" del cuerpo".  La noción de sufrimiento ha estado ligada desde siempre al concepto de eutanasia, pues se incorpora como una condición necesaria para esta y así se expresa en el Diccionario Inglés de Oxford: " la muerte indolora de un paciente que padece una enfermedad incurable y dolorosa o está en coma irreversible.

 La legislación de la eutanasia ha sido y continua siendo controversial en muchas naciones, el debate intenso mayormente entre la ciencia, el concepto general de piedad o ética y la iglesia, ha sido el centro de las discusiones sobre el tema. En 2002 Holanda sentó un precedente cuando se convirtió en el primer país en legalizar la eutanasia, aplicándola a pacientes con dolor insoportable e irreversible, que la hayan solicitado a su médico y éste a u vez lo haya consensuado con otro galeno. 

 


Poco después Bélgica y Luxemburgo siguieron los pasos de su vecino, estableciendo la muerte asistida para pacientes en sufrimiento físico o psíquico incontrolable, solo requiere la autorización de dos médicos y es aplicable en cualquier edad, exigiendo autorización paterna si se tratase de menores. Colombia y Canadá también comparten estas normas aunque con sus propios matices.

 En Nueva Zelanda fue aprobada la ley y entrará en vigor el próximo 6 de noviembre, mientras que España es el país que más reciente concuerda con el concepto de eutanasia legalizándolo también el pasado 18 de marzo del año que transcurre. 

 De momento solo existen siete países en los que esta práctica es legal, sine embargo hay naciones, como Suiza y Alemania que van más allá. En estos países de  Europa el suicidio asistido es legal. En el caso de Suiza, desde los años 40 del siglo pasado. La diferencia entre esta práctica y la eutanasia es que en el suicidio medicamente asistido, no existe la intervención de los médicos, quienes se limitan únicamente a proveer las dosis de medicamentos necesarias y el paciente por su propia mano es quien administra las drogas. Debido a esta ley suiza, que no proporciona castigo por asistir a una persona a terminar su vida, siempre y cuando los motivos y hechos estén bien comprobados, existen organizaciones que asisten a los extranjeros provenientes de diferentes partes del mundo a gestionar sus peticiones de " una muerte digna". Sin embargo en estos países la eutanasia se considera de forma pasiva, suspendiendo los tratamientos médicos a petición del paciente.  

 En Italia y Francia la eutanasia está completamente prohibida y penada por la ley, como también en Estados Unidos, aunque hay algunos estados del gigante americano, como Montana y California, que dejan abiertas las puertas de una muerte asistida para pacientes terminales.  En un extremo opuesto completamente se encuentran Polonia, Bulgaria y Croacia donde la eutanasia es considerada asesinato y castigada con condenas desde 5 hasta 8 años de cárcel. 

 Aunque nuevos países como España se suman a la lista de quienes conciben la muerte asistida como un derecho individual, el debate esta lejos de concluir, pues los detractores de la práctica son numerosos, basados en motivos éticos o religiosos, que consideran esta no es la respuesta ante una muerte inminente y dolorosa. Tal vez cercanos al final irrevocable, se sienta calma al ser capaces de controlar nuestro destino, al poder escapar del dolor desgarrador, que invade el cuerpo en sus tiempos finales, tal vez algunos nunca consideren la opción y quieran vivir, sin importar cuan tormentoso o desolador sea el final, descansando en el sueño eterno solo cuando el cuerpo se rinda ante la muerte por voluntad propia, pero quizás exista cierto consuelo en  el conocimiento de que de desear acabar con el tormento la decisión se encuentra al alcance de su mano.