Era el 23 de agosto de 1971, en un pueblecillo de la provincia de Jaén, dio comienzo uno de los misterios más longevos de la historia reciente de España: "Las caras de Bélmez". ¿Quién no las ha oído nombrar?. Es casi imposible no conocerlas, el fenómeno ha mantenido su fuerza a lo largo de 45 años, alimentándose de disímiles investigaciones realizadas y programas televisivos.
No existe foto de la primera de las caras, aquella que surgió silenciosamente en el suelo de la cocina de
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La Pava |
María Gómez Cámara, en el verano del 71. Aunque la historia general relata que la propietaria de la concina estaba aterrada, Juanma Alonso, quien dedicó su empeño a develar el misterio, separando al realidad de el mito y la parafernalia, y para esto entrevistó a varios testigos, descubrió que realmente María estaba bastante encantada con su curiosa mancha con forma de cara, que bien podía ser una combinación de humedades del suelo y sustancias propias de la cocina. Cuentan los testigos que invitaba sus vecinas a que la vieran y su hijo, harto de tener la cocina llena de gente mandó a raspar el suelo para borrar la bendita mancha y lo volvió a alisar, allí fue cuando surgió la conocida Pava, un rostro de apariencia claramente humana.
Durante varios meses se dijo que había ocurrido el milagro y que la cara era la faz de Cristo, luego llegaron los parapsicólogos y los fantasmas comenzaron a formar parte de la escena. Una tercera teoría narra que la divina cara pudo ser pintada por un joven artista que residía en aquel entonces en el pueblo, por orden de María que buscaba gastar una broma a su hijo por haberle borrado su divertida mancha. El pintor, ahora residente en Alemania, se nombra Jesús de la Torre y su respuesta a si el realmente pintó la cara es poco esclarecedora : " Se dicen tantas cosas", contesta, pero en su obra "Signos", hay quienes hallan las respuestas que el se rehúsa a conceder.
Luego de que apareciera la Pava con sus ojos y boca abiertas y unas largas sombras que parecían bigotes, nuevos rostros se añadieron, surgieron del suelo de la cocina y del pasillo de la casa, estas nuevas caras, aparecían y desaparecían, desplazándose y transformándose, siempre en continúo movimiento.
Definitivamente, algo raro pasaba en casa de María, y corriendo llegó el parapsicólogo Germán de Argumosa, afirmando venir comisionado por el Gobernador Civil para averiguar que había debajo de las caras (afirmación que un informe del propio Argumosa desmiente). El caso es que el buen hombre llevaba meses intentando introducir en España la técnica de la psicofonía y muy dispuesto la aplicó en la dichosa cocina, donde "las caras le hablaron", en una psicofonía, nunca publicada, donde los fantasmas lo llamaban por su nombre y lo tuteaban: "Germán, pica patio, levanta, cemento.
El fenómeno ganó seguidores que acudían en hordas a ver las caras malditas, otros escépticos levantaban sus protestas ante lo que para ellos era claramente un fraude. En el verano del 73, cuando ya el frenesí había menguado, Argumosa afirmó que en presencia de un notario iba a precintar la cocina de la casa de María, por lo que cualquier variación que ocurriese durante el tiempo que ese tiempo sería obra de una fuerza desconocida. El notario presenció como se ponían los precintos y meses más tarde regresó para comprobar que los sellos seguían inalterados, pero el el experimento permanece cuestionable, pues el sello no era propiedad del notario, sino del propio Argumosa, restándole así cierto grado de validez a esta prueba.
Eventualmente volvió a caer en el olvido, hasta que Richard Bru, otro parapsicólogo, aseguró haber hallado la identidad de las caras: pertenecían a familiares de María, muertos durante la guerra civil. Así la pava se transformó en Miguel Chamorro, cuñado de María fallecido en 1936. Iker Jiménez no solo abrazó la teoría, sino que escribió un libro sobre ella. Titulado "Tumbas sin nombre", donde aparecían pruebas del parecido entre las teleplastias y varios familiares fallecidos de la señora.
Tras la muerte de María en 2004 sus herederos cerraron la cas y la pusieron en venta. Al parecer, sintiéndose ofendidas e ignoradas por la clausura, las caras comenzaron a aparecerse en una vivienda cercana a la original, y aquí se presenta otra controversia imposible de ignorar, al aparecer las nuevas caras, el propio Iker Jiménez las consideró autenticas y escribió un anexo de 47 páginas que apareció en las ediciones de " Tumbas sin nombre" posteriores, sin embargo en 2014, Iker considera las caras como nada más que burdas copias.
Se oye mucho sobre este misterio que "la ciencia no ha determinado su origen" y como ya hemos visto antes quizás es solo que no lo ha estudiado. Distintas personas, con distintos intereses han contratado los servicios de laboratorios y lo más parecido a un análisis completo fue el realizado a una cara conocida como el Pelao, en la Universidad politécnica de Valencia en 1975, allí se determinó que el contorno de este señor era una microdepresión creada por la huella de un zapato número 39, sobre cemento no fraguado por completo. Además la familia Pereira Gómez, no está muy a por la labor científica, se negó y se sigue negando a que la primera en aparecer: "La Pava", sea analizada y actualmente la conservan tras un cristal en la propia casa. Muchos defienden que la familia no ganó dinero con el fenómeno, lo que es totalmente incorrecto entre la entrada cobrada a los curiosos y la venta de fotografías de las caras, la familia recaudó una suma considerable en aquellos años, pero tampoco es cierto que todo comenzará como fraude. La teoría de Juanma explica que la Pava apreció como una venganza familiar y al provocar aquella avalancha de público fue cuando surgió la idea de monetizar la entrada.
También es del todo absurdo considerar que las caras de Bélmez son una simple paraidolia, que se trata
de un fenómeno psicológico en el que una figura, por un estímulo previo, es percibida erróneamente como una forma predecible y aunque algunas de las caras mas recientes se pueden relacionar con este concepto, otras como el Pelao son imposibles de describir de esta forma. Hay que reconocer, aunque cueste, que el misterio reposa en el desconocimiento. Una simple adición de humedad en el cemento es capaz de crear formas, sin embargo, hay dudas que permanecen, como el porqué hay caras que han durado días, otras meses y otras años, cientos de caras han aparecido en aquella casa, pero hoy solo perduran dos, además de la Pava.
¿Será que alguna vez alguien las retoca con algunas gotitas de agua?, hay misterios que definitivamente nunca serán completamente aclarados. Invención devenida en lucrativo negocio, o evidencia paranormal de los rostros de familiares fallecidos, las caras de Bélmez, son irremediablemente uno de los misterios más conocidos mundialmente en el ámbito paranormal y uno de los más difundidos también.