"Acabemos con esto ya, acabemos con esta agonía"
Así arengó el desquiciado Jim Jones a sus seguidores, para que se quitasen la vida, así condenó a la
muerte a 918 personas, asesinó a niños y a todo aquel que se negase a tragar el veneno que proveía en lo que la historia recuerda como el "Mayor suicidio colectivo".
El Templo del Pueblo:
Fundada en los años 50, "El templo del pueblo" fue una agrupación religiosa, teñida de secretismo y exuberancias, liderada por Jim Jones, quien promulgaba la idea de amalgamar el ideal socialista en una comunidad sin fronteras o discriminaciones. Con su discurso atractivo, lleno de ideas para " un mundo mejor" atrajo a cientos de adeptos. Incluso había un canto dentro de las celebraciones del templo que decía:
" Nunca escuché hablar a nadie como habla él, desde que nací, nadie me habló de esa manera"
La fascinación pronto se tornó en lealtad, luego en fanatismo y poco a poco en idolatría, y Jones, era consciente de ello.
Jonestown:
La comunidad de Jones seguía creciendo y debido a sus maneras muchos la calificaban de culto y fue ganado varios enemigos, por lo que se vio obligado a mudarse de Indianápolis a San Francisco, pero allí tampoco encontró el hogar que buscaba para su "pueblo". En 1975 Jones movió su templo, seguido por sus adeptos a Guyana, donde encontró, en una localidad remota, la tierra donde se vería reflejado el ideal forjado en el interior del "Templo del Pueblo", y por supuesto lo nombró "Jonestown".
Más de 900 personas viajaron desde California, se construyeron casas y se estableció una comunidad que Jones describía como un "paraíso socialista".
El asentamiento era extraordinariamente remoto y se vio afectado por deficiencias agrícolas, sencillamente no podían ser autosuficientes. Los miembros del grupo vivían en casas comunales y trabajaban largos días bajo un calor sofocante.
Varios de los familiares en Estados Unidos expresaron su preocupación y creencia de que sus seres queridos estaban siendo retenidos contra su voluntad, además los padres, (desertores de la secta) de un niño llamado John Victor Stoen, estaban peleando públicamente por la custodia de su hijo, luego de que Jones proclamase que era suyo. La presión era palpable y el estado mental de Jones se deterioraba mientras Jonestown fallaba frente a sus ojos.
En mayo de 1978 una ayudante cercana al reverendo escapó de la comunidad, buscó refugio en la embajada estadounidense y presentó una declaración jurada donde hablaba sobre el "control tiránico de Jones", contando que emitía sermones por altavoces durante horas, llenos de teorías de conspiración sobre el gobierno estadounidense. Además relata que la comida escaseaba y muchas vece enfermedades como la diarrea asolaban a los residentes.
Las noches blancas:
Frecuentemente Jones, invocaba a sus seguidores, en un simulacro de "crisis de seguridad " en el complejo, durante estas simulaciones los seguidores, incluidos los niños debían hacer filas para tragarse el "veneno" que Jones les exigía beber como prueba de lealtad.
En noviembre de aquel año, en respuesta a las preocupaciones y acusaciones de los ciudadanos americanos llegó al complejo el congresista Leo Ryan , llevando consigo periodistas para documentar el viaje. Recorrieron el complejo y se quedaron a dormir fuera, al día siguiente regresaron y varios de los seguidores de Jones se les acercaron, pidiendo que los llevara de regreso a Estados Unidos. Mientras esperaban el vuelo de regreso varios de estos mismos hombres sacaron armas, abriendo fuego y matando a cinco personas, entre ellos el congresista.
De vuelta en el complejo, el ponche fue mezclado con cianuro y en un arranque de locura total Jones insta a sus más de 900 seguidores a que se quiten la vida, entre las numerosas cintas recuperadas se encuentra ésta que revela la visión tenebrosa de los últimos minutos de vida de estas personas:
"La cinta empieza con la difusión de música religiosa y la reunión de los fieles (...) Jones declara que la secta fue traicionada y no se recuperará de lo ocurrido en el aeropuerto".
"No propongo que cometamos un suicidio, sino un acto revolucionario",- afirma indicando a los adultos que administren el venenos a sus hijos utilizando jeringuillas- "en mi opinión hay que ser buenos por los niños y los viejos y tomar la poción como lo hacían en la antigua Grecia, e irse tranquilamente".
Se oye a una mujer pedirle a los fieles que se coloquen en fila, comienzan los llantos de los niños, Jones grita: "Morid con dignidad, no derramen lágrimas. ! Dejen esta histeria! Esto no es forma de morir para los socialistas-comunistas".
Las personas protestan. Una madre grita desesperada que acepta la muerte pero pide un indulto para su hijo, la muerte desciende sobre ellos y el audio termina en una cacofonía de aullidos, gritos de niños que agonizan mezclados con aplausos enajenados de los fanáticos de aquel loco.
Centenares de personas huyeron a la selva, esperando salvarse , algunos fueron abatidos a tiros, otros forzados a tomar el veneno: Jones fue hallado con una bala en la cabeza, aún no se sabe si le dispararon o se disparó él mismo. Los cadáveres quedaron expuestos, a la intemperie, en el medio de la selva remota.
Cuatro días más tarde el periodista Marc Hutten describió las escenas que encontraría al llegar a
Jonestown :
" Desde el helicóptero se veía una brusca eclosión de colores vivos, como un campo de flores. Eran las piezas de algodón que vestían a los cientos de cadáveres. Las flores se convierten en cadáveres y su olor, primero insidioso, se vuelve nauseabundo. Solo los sepultureros profesionales del ejército estadounidense avanzan entre los cuerpos hinchados.
Todo estaba muerto, el olor pútrido y el espectáculo que atestiguaron los soldados y la prensa fue terrible, no se sí alquilen pueda olvidar tanta muerte, incluso los animales de Jones fueron envenenados o les dispararon, su gorila, sus perros...
Hubo algunos sobrevivientes, que se encontraban lejos del complejo, en Georgetown, o que habían
salido hacia solo unas horas antes. 918 personas murieron ese día, a manos de un loco devenido en semidiós, 300 de ellos eran niños.
Años más tarde una de las sobrevivientes recuerda:
"Jim Jones era un estafador: hizo que todos sintieran que era su padre. Él les decía: -No puedes volver, no tienes dinero-, lo cual era cierto, lo habíamos puesto todo en la Iglesia".