Con la modernidad y el desarrollo alcanzado, nuestra época se regodea del avance del pensamiento y la lucha por la abolición de cualquier tipo de prejuicio y es la visión más normal del mundo hallar pieles tatuadas por doquier, como forma de arte y expresión o por simple amor a los tatuajes. Sin embargo, aunque pareciera a muchos que la práctica de tatuar la piel es algo relativamente moderno, no existe mayor error, el tatuaje es una costumbre milenaria, que acompaña al hombre moderno desde su surgimiento.

 En 2019, en un glaciar situado en la frontera entre Italia y Austria se halló un cazador neolítico congelado de hace aproximadamente 5300 años, fue nombrado Otzi y contaba con 7 tatuajes distribuidos en la espalda y las rodillas. Más tarde un segundo hombre fue hallado en Siberia, se calcula que vivió hace unos 2500 años, y en su hombro se notaba un amplio tatuaje. 

El tatuaje se registra en la cultura Egipcia desde la XI dinastía ( 2160 al 1994 a.c.). Los egipcios

empleaban los tatuajes en las sacerdotisas y el proceso constituía una demostración de valentía y madurez. Se empleaban agujas de oro y pigmentos de henna, oriundos de esta región. También se utilizaba como forma de prevención  de enfermedades, peligros y protección mágica , concepto que se fue modificando entre los griegos y romanos, para quienes los tatuajes servían para denotar  jerarquía o posición social. 

 1000 a.c. el tatuaje comenzó a viajar a través de las rutas comerciales de India, Japón y China, llegando a


las regiones asiáticas, donde se empleó como forma de marcar a los criminales. Pronto fue adoptado por los Yakuza, integrantes de la mafia japonesa como manera de expresar su valentía y lealtad a la organización. La connotación negativa se fue modificando hasta que durante el siglo XVIII se comenzó a considerar una forma de ate, sin embargo durante la apertura de Japón a occidente en 1842, fue prohibido para no dar una imagen que pudiese ser interpretada como salvajismo por el mundo occidental. 

 También en Norteamérica tatuarse constituía un rito simbólico que daba nacimiento a una marca única que permitía superar obstáculos en el camino hacia la muerte y los indígenas centro americanos lo usaban como una  forma de tributo a sus dioses.

 Sin embargo la utilización del tatuaje también como forma de castigo hizo que en el Imperio romano fuera abandonando la práctica, incluso el emperador Constantino emitió un decreto prohibiendo esta actividad, por lo que adquirió la connotación negativa por la que comenzó a formar parte de la cultura criminal, favorecida por la influencia japonesa y el nuevo hábito de piratas y corsarios que marcaban sus cuerpos en los puertos que visitaban al rededor del mundo.

 La sociedad occidental dio la bienvenida al arte de tatuar la piel por unos expedicionarios ingleses, quienes bajo el mando del capitán Cooken aprendieron a realizar tatuajes en sus viajes a Polinesia. La

fama del tatuaje fue aumentando entre los marineros y la sociedad occidental también comenzó a asociarlos con marinos y delincuentes, ya que muchos de ellos eran fugitivos que se enrolaban en largas peripecias para evitar a la justicia. Permaneciendo esta opinión indisolublemente ligada al arte del tatuaje durante los años posteriores. 

 Durante la Guerra Civil americana, el tatoo tuvo una pequeña reivindicación, aparecieron los primeros tatuadores profesionales como C.H Fellows, se creó el primer estudio de tatuajes en 1870, en Nueva York, y en 1891 salió a la luz la primera máquina de tatuar, creada por Samuel O´Reilly. Sin embargo la cultura del tatuaje se mantuvo en pausa y la ignorancia continuo enturbiando su concepto. 

 Los grabados en la piel volvieron a la luz retomados por el movimiento hippie de los años 60. Hasta aquel momento los tatuajes eran mayormente en tinta negra, pero a partir de entonces comenzaron a incluir numerosos colores. 

 El tatuaje ha crecido mudando la piel que lo caracterizaba como una marca despectiva para criminales y piratas, y convirtiéndose en una manifestación de arte, uniendo en un gigantesco intercambio cultural imágenes y símbolos que antes solían pertenecer a culturas concretas. El tatuaje, aún mirado despectivamente por un por ciento de la población, es una manifestación artística que requiere gran talento y preparación de parte del artista que la practica y la decisión de marcar la propia piel con líneas, formas, rostros, en colores o a sombras acompañará a los que amamos  este arte toda nuestra vida, envejeciendo con nosotros, mientras llevamos nuestra identidad retratada en la piel.