El museo Hermitage, ubicado en San Petersburgo es una institución de 90 mil metros cuadrados que supuran arte y talento. Posee 350 salas vigiladas férreamente por 300 guardias que con ojos de halcón resguardan las 65 mil piezas expuestas al público, número que equivale solamente al 5% de la colección total que alberga el centenario museo creado en 1764. El museo ruso es una de las mayores instituciones del mundo y ocupa un complejo conformado por seis edificios, entre ellos el famosísimo Palacio de Invierno donde residían los antiguos zares, pero el Hermitage no es solo ofrece refugio y cuidados a sus cuadros y antigüedades, sino que también es el hogar de alrededor de 70 gatos.


 La tradición de albergar amigos peludos se remonta al año 1737 cuando Pedro el Grande trajo los primeros felinos desde Holanda para hacer frente a los roedores del Palacio de Invierno original. Su hija, Isabel I, regente desde 1741 hasta 1761, continuó con la tradición e importó gatos desde una ciudad a 800 km de Moscú, llamada Kazán, puesto que los felinos de aquel sitio poseían fama de ser los mejores cazadores. En el decreto emitido en 1745 Isabel I especificaba: "...los mejores gatos, los más grandes, capaces de cazar ratones, y acompañados de un persona que cuidará de su bienestar."

 En 1762 comenzó el reinado de Catalina la Grande, quien nombró a los gatos del Hermitage " guardas de las galerías de arte" y su cuidado y protección  fue encargado al estado. Tiempo más tarde, durante el asedio de Leningrado (1941-1944), que se extendió por 900 días, los felinos sucumbieron, víctimas del hambre, las enfermedades y los horribles estragos de la guerra. Sin embargo la leyenda cuenta que al terminar la contienda un tren especial recorrió Rusia en busca de los gatos adecuados para custodiar el museo y así regresaron al Hermitage los peludos cazadores. 

La tradición ha sobrevivido hasta nuestro días y actualmente los gatos viven en los sótanos del museo y

mantienen a raya a cualquier ratón que se atreva a asomar sus bigotes por allí. Los sótanos han sido debidamente adecuados para ellos y poseen múltiples gateras que les permiten salir al exterior, son vacunados y esterilizados por veterinarios que velan por su salud y poseen tres personas dedicadas a cuidar de ellos diariamente, alimentándolos y peinándolos. 

Sin embargo ni el Ayuntamiento ni el Estado se hacen cargo de los gastos generados por los felinos, que recaen en la generosidad de los empleados del museo, los visitantes y algunos benefactores extranjeros que destinan fondos para su cuidado. Cada año el museo celebra el Día del Gato del Hermitage, jornada en que los visitantes pueden ver a los felinos, interactuar con ellos, participar en acciones gatunas lúdicas y dejar algún donativo si lo desean. Recientemente los guardianes del museo fueron incluidos en la herencia de un generoso mecenas francés, quien destinó una considerable suma de su legado para la manutención de los bellos gatitos que guardan el museo más grande de Rusia.