La Edad Media, fue una época de oscurantismo, llena de hábitos que hoy nos parecen extremadamente raros, el rechazo de quienes vivieron aquellos tiempos a la higiene, sus formas de vida cotidiana e incluso su forma de dormir, era muy curiosa. 

 


Roger Ekirch, un afamado historiador en su libro "Al final del día: Noche en tiempos pasados", revela que hasta que apareció la iluminación artificial, la mayoría de las personas se acostaban al atardecer, y dividían el tiempo dedicado a dormir, en dos fases, creando así lo que se calificó como " sueño bifásico". 

 Las fases fueron clasificadas como primer y segundo sueño, ambas duraban aproximadamente lo mismo y estaban divididas por un intervalo de tiempo en que despertaban antes de volver a descansar. Ekirch tropezó durante sus investigaciones sobre la historia de la noche, con diversos testimonios en sentencias de la época que le resultaron extraños, que hacían referencia a un "primer sueño". 

El análisis lógico indicaba que si existía un " primer sueño", también debería haber un "segundo sueño". Ekirch, se sumergió aún más profundo en los registros de la época y poco a poco emergieron claros indicios de una noche dividida en dos mitades, reflejada como un fenómeno generalizado y completamente normal. 

Una de las obras más famosas de la literatura medieval, "Los cuentos de Canterbury", de Geoffrey Chaucer , hace mención al " primer sueño". Abundaban también las referencias a este sistema de dormir en dos fases, en cartas, diarios, libros de texto médicos, escritos filosóficos, artículos periodísticos, obras de teatro o incluso baladas como "Old Robin of  Portingale" que cantaba:

 " Y al despertar de tu primer sueño

te prepararán una bebida caliente,

y al despertar de tu próximo sueño, 

Tus penas se apagarán..."


 Se volvió claro entonces, que los ciudadanos de la época desde las 9 hasta las 11 de la noche, se echaban en colchones de paja o retazos de tela, de pluma si eran ricos, y dormían a pierna suelta durante unas horas. También era costumbre en aquel tiempo dormir en comunidad, acurrucándose entre chinches, piojos, pulgas, familiares, amigos, sirvientes o extraños. Incluso existían una serie de normas para minimizar la incomodidad.

 Se debía evitar el contacto físico o moverse demasiado durante el sueño. Existían posiciones

designadas, por ejemplo las niñas se acostaban en el lado de la cama que estaba más cercano a la pared, les seguían la madre y el padre, luego los hijos varones, siempre ordenados por edad, seguidos por las personas que no eran parte de la familia. 

 Algunas horas más tarde, alrededor de la 1:00 am, las personas comenzaban a despertar paulatinamente. No existía ningún ruido o perturbación, no habían alarmas o veladores que marcaran la hora, simplemente despertaban, como hacemos ahora en la mañana, con total naturalidad. 

 En este intervalo de tiempo las personas realizaban las tareas más variadas, iban a orinar, alimentaban el fuego, tomaban agua o medicinas, se dedicaban a labores domésticas como enmendar telas o se dedicaban a rezar las oraciones establecidas por la iglesia para este período de tiempo específico. Si eran campesinos, iban a vigilar sus animales, a peinar lana o a pelar los juncos, dejándolos listos para quemarlos. 

Pero también era un momento empleado para socializar o dedicar al sexo. Algunas personas permanecían en la cama, y como las parejas, se veían obligadas a compartir el lecho, este tiempo proveía un momento de intimidad muy necesario. Se dice que el primer sueño les quitaba el cansancio, y el período posterior les resultaba muy conveniente para concebir. Luego de terminarse el intervalo entre fases, todos regresaban a la cama y dormían ininterrumpidamente hasta el amanecer.

 El sueño bifásico no era cosa de naciones concretas, este sistema era empleado, en toda Europa y en escenarios tan diferentes y distantes como África, Australia o el sureste de Asia. La investigación de Ekirch determinó que este increíble sistema, aunque parezca inaudito, había sido la forma de dormir durante milenios.