Seguro alguna vez habéis tenido uno de esos sueños horrorosos, donde corres muy lento, te tropiezas y caes, no puedes gritar o de repente eres incapaz de moverte. Despertar de estos episodios y sentarte en tu cama, cayendo nuevamente en la realidad, parece una bendición, pero hay personas para las que la experiencia no queda en aquel simple susto que se esfuma junto al sueño perdido.
Hay personas para las que la barrera que separa la fantasía de la realidad se desvanece y el infierno se desatada, formando un portal por el que pueden acceder toda clase de monstruos, fantasmas, brujas o criaturas sin rostro, hambrientas y deseosas de darse un festín con la víctima que yace paralizada en su propia cama.
La forma básica de la parálisis del sueño es extremadamente común. Las personas no se encuentran ni dormidos, ni despiertos, están en una especie de limbo, donde no se pueden mover, típicamente este estado dura solo unos segundos y a pesar de que causa gran desconcierto no llega a mayores. Sin embargo, hay casos mucho mas alarmantes, donde la inmovilidad viene acompañada de una sensación muy fuerte de que hay "algo", en la habitación, a veces no se puede ver ni oír, pero sabes que está ahí y que quiere hacerte daño.
Cuando las alucinaciones entran al juego, puedes oír y ver esta presencia o incluso sentir su áspero toque mientras escala por tus piernas o su aliento fétido en tu cuello y aún así seguir completamente
paralizado. Los neuro psicólogos señalan que estos trastornos permiten comprobar que la identidad es más que el ego consciente y la parálisis del sueño "nos permite vislumbrar capas ocultas del Yo, más allá del ego", dejando al descubierto el rostro de la imaginaciones, las alucinaciones y los sueños.
La sensación de un miedo asfixiante, presión en el pecho y grandes dificultades para respirar matizan la pesadilla con pespuntes grises que volverían loco al mas cuerdo de los seres humanos.
Medicamente conocemos que en una noche típica pasamos por ciclos de 90 minutos, en los que el ritmo cardíaco y respiratorio van cambiando, hasta que entramos en el sueño MOR ( sueño de movimientos rápidos), que es la fase asociada con los sueños vívidos. En esta etapa los músculos del cuerpo están paralizados para evitar que realices las acciones que estás llevando a cabo en tus sueños, sin embargo en la parálisis del sueño algo se tuerce. El cerebro despierta pero el cuerpo continúa atrapado en este estado de parálisis. Así que estás en tu cama, en tu habitación, atrapado dentro de tu propio cuerpo y el mundo de los sueños, con todos los monstruos y fantasmas que alberga tu subconsciente, comienza a derramarse sobre ti.
Durante la parálisis del sueño, dos de los estados de conciencia, MOR y vigilia, están estancados, de manera que las imágenes de los sueños se filtran a la conciencia despierta, haciendo que las personas vean, sienta o huelan sus peores pesadillas.
En términos de funcionamiento cerebral no existen hábitats separados para la imaginación y la percepción de la realidad, ambas coexisten en el mismo espacio y durante la parálisis del sueño esa delgada línea se borra y los monstruos atraviesan el velo. Pasamos nuestra existencia entera con el conocimiento intrínseco de que somos seres encarnados, que poseemos un cuerpo que es completamente nuestro y del que no nos separamos hasta la muerte, pero para el cerebro nuestro cuerpo también es , en parte, una proyección imaginativa.
Existen varios tipos de disfunciones de la conciencia corporal que demuestran esta proyección, desde el síndrome del miembro fantasma hasta el de Alicia en el país de las maravillas, en el que la persona tiene la ilusión de que se encogió o agigantó; que han permitido a los expertos tener mayor entendimiento sobre el asombroso funcionamiento de nuestra mente y llegar a la conclusión de que la idea del cuerpo ya está ahí, es algo que desarrollamos según crecemos pero viene profundamente integrada en el cerebro. La idea del Yo viene fusionada con el cuerpo, pero el Yo consciente, lo que pensamos que somos, es solo una parte de este proceso.
La realidad es que hay partes de nuestra mente que yacen aún en las sombras y son un completo misterio, tal vez, no somos tan capaces de controlar la mente y el cuerpo como nos gustaría pensar y cuando nuestro control inconsciente afloja el agarre, los monstruos, sombras y demonios que allí anidan escapan mostrándonos su rostro mientras yacemos incapaces de movernos.